“Quería sacar estas imágenes del círculo artístico –afirma Marquerie– para que las pudiera ver el mayor número posible de personas. Esta sala ayuda a crear la burbuja de intimidad que buscaba. De hecho, las cartelas están en gris claro para que el visitante tenga que acercarse mucho y ver cada foto muy de cerca”.
Mediante la técnica de la refotografía, Marquerie invita al público a un viaje de memoria valiéndose del collage para mostrar las dos caras de una ciudad y su capacidad de reinvención y resistencia.
En una labor de cuatro años, el fotógrafo ha tenido especial cuidado en disparar su cámara desde el punto exacto y a la misma hora en la que lo hizo hace ocho décadas otro profesional. Ese contraste visual es una invitación a la reflexión del visitante sobre la importancia de la memoria y el valor histórico, social y emocional que esconden los rincones de Madrid.
“He buscado crear un diálogo entre una foto y otra”, dice. Para lograr ese ensamblaje, Marquerie ha tomado las imágenes en formato digital pero con objetivos de los años 40 adaptados a una cámara actual.
La exposición se articula en cinco capítulos: La vida, El viaje, El cascote, La guerra y La sangre. Cada uno de ellos es una descripción del impacto de la guerra en la cotidianeidad de unas gentes atrapadas en una ciudad asediada. Desde los primeros días del golpe militar en julio de 1936 hasta las columnas de los derrotados, camino de la prisión o el campo de concentración en marzo de 1939. Desde Vallecas hasta la Ciudad Universitaria, desde el Manzanares hasta el barrio de Salamanca, Madrid ¡qué bien resistes! abarca toda la ciudad, describe los estragos que causó en ella la guerra, y lo contrapone con su presente.
Esta muestra ha sido patrocinada por la Oficina de Derechos Humanos y Memoria del Ayuntamiento de Madrid.