En la muestra de más de sesenta obras se incluyen algunas de las más conocidas del pintor, como Paseo a orilla del mar, La bata rosa o Madre. El Museo Sorolla de Madrid ha prestado 26 obras para la exposición que han organizado la National Gallery (Londres) y la National Gallery of Ireland (Dublín) con la colaboración de Acción Cultural Española (AC/E).
Sorolla: Spanish master of light recorre toda su evolución presentándola en bloques temáticos centrados en el retrato, los grandes certámenes internacionales, sus visiones del mar, los paisajes y jardines, el gran encargo de la Visión de España de la Hispanic Society of America y sus innovadores retratos al aire libre.
Se trata de la primera retrospectiva del artista desde 1908, año en que el propio Sorolla organizó una exposición en las Grafton Galleries donde se le anunciaba como “el mejor pintor vivo del mundo”. Su comisario es Christopher Riopelle, conservador de la pintura del siglo XIX de la National Gallery de Londres, con el asesoramiento de Blanca Pons Sorolla, bisnieta del artista y experta en su obra.
Sorolla más social
Pese a que fueron las imágenes bañadas de sol que reproducen la vida, los paisajes y las tradiciones de España, así como sus dotes como retratista, que consolidaron su fama, Sorolla, que se formó en Valencia y prosiguió sus estudios en Madrid y Roma, inicialmente alcanzó renombre internacional con una serie de importantes obras de temática social.
Por primera vez en Reino Unido se reúne un premiado conjunto de lienzos tempranos de carácter social entre los que figuran El retorno de la pesca (1894, París, Musée d’Orsay), adquirido por el Gobierno francés, y Cosiendo la vela (1896, Fondazione Musei Civici di Venezia, Galleria Internazionale d’Arte Moderna di Ca’ Pesaro, Venecia), adquirido por la ciudad de Venecia. También se puede contemplar el lienzo ¡Triste herencia! (1899, Colección Fundación Bancaja, Valencia), que durante cincuenta años permaneció en la iglesia de la Ascensión, en la Quinta Avenida de Nueva York, hasta que en 1981 fue devuelto a España.
Siete salas
La Sala Uno despliega los retratos que Sorolla pintó de su esposa, Clotilde, así como los de sus hijas María y Elena, y su hijo Joaquín. Los estrechos vínculos familiares se ven reflejados de una manera enternecedora en la representación de un rosal de la casa de Sorolla que, según cuenta la leyenda, languideció cuando falleció el pintor y se marchitó por completo tras la muerte de Clotilde.
La Sala Dos se centra en la década de 1890, etapa en que España fue testigo de un periodo de malestar social, así como de la pérdida definitiva de su imperio de ultramar. Durante estos años, Sorolla inicia su trayectoria pictórica con una serie de lienzos de gran tamaño que expresan su inquietud sobre la realidad y las penurias de la vida española.
Su primer gran éxito, ¡Otra Margarita! (1892, Mildred Lane Kemper Art Museum, Washington University, San Luis, Misuri), en que figura una mujer bajo arresto por haber asesinado a su propio hijo, fue muy elogiado en el Madrid de 1892. A partir de este momento se propuso gestar su reputación internacional y para ello presentó sus cuadros a exposiciones artísticas de toda Europa. A pesar de que a principios de 1900 dejó atrás los tópicos sociales, estas representaciones causaron un efecto que calaría hondo en la siguiente generación de pintores españoles, entre los que se incluye el joven Picasso.
Velázquez y Goya
La Sala Tres pone de relieve la forma en que el pintor se veía a sí mismo como parte de la gran tradición de pintores españoles, como Velázquez y Goya, cuyas obras estudió con detenimiento en el Museo del Prado. En sus retratos, a menudo adopta sus distintivas paletas cromáticas de negros, grises y cremas. El pintor levantino también deseaba alcanzar la penetración psicológica y el sentido de la presencia humana tan característicos de ambos maestros. La influencia de Velázquez puede observarse en dos lienzos: en el fondo del retrato del pintor estadounidense Ralph Clarkson, realizado en 1911 (Oregon Public Library and Gallery), aparece una copia de Las Meninas (1656) de Velázquez; y la figura tumbada en Desnudo de mujer (1902, colección privada) evoca la pintura del maestro hispalense La Venus del espejo (1651).
La Sala Cuatro rinde homenaje a la pasión que el artista sentía por la luz del sol y el mar. Después de 1900, Sorolla, que se había criado en la costa, empezó a acumular a un destacado conjunto de obras pintadas al aire libre caracterizado por conjugar las actividades lúdicas y profesionales que se daban cita en las playas próximas a Valencia y más al sur, en Jávea. Estas escenas resultaron muy populares, particularmente en Estados Unidos.
La Sala Cinco exhibe una sucesión de estudios para el encargo que el artista recibió de la Sociedad Hispánica de América de Nueva York en 1911 con el fin de dar vida a una serie de pinturas a modo de gran mural titulada Visión de España. Para la ejecución de tales obras, efectuadas entre 1911 y 1919, el artista viaja por toda España, documentando los trajes regionales, las profesiones y las tradiciones del país. A los lugareños, que el pintor a menudo ataviaba con trajes y utilería, los retrataba sobre el terreno.
La exposición incluye cuatro estudios preparatorios de grandes dimensiones (Museo Sorolla, Madrid) para Visión de España que demuestran la intensidad con la que el artista abrazó la tradición folclórica española. Sorolla también pintó los paisajes en esas mismas regiones para posteriormente incorporarlos en los paneles para la Sociedad Hispánica.
Paisajes y jardines
La Sala Seis está dedicada a las escenas de paisajes y jardines. Desde una vista panorámica de las montañas de Sierra Nevada, que destellan en la luz del anochecer, hasta las torres medievales de la catedral de Burgos cubiertas con un manto de nieve, se entrevé que el valenciano contaba con un don especial para encontrar la perspectiva ideal para transmitir de una forma única el ambiente y el carácter de un entorno. A lo largo de una sucesión de visitas que realizó al sur de la península, el pintor documentó el patrimonio español, como puede apreciarse en las vistas de los jardines del Alcázar de Sevilla y la Alhambra de Granada.
La última sala pone de relieve la fascinación de Sorolla por retratar a su familia en grandes lienzos pintados al aire libre, como se hace patente en Paseo a orillas del mar (1909, Fundación Museo Sorolla, Madrid) y La siesta (1911, Museo Sorolla, Madrid), una de las obras más innovadoras del pintor que, con sus radiantes matices verdes fluorescentes, linda con lo abstracto.