La obra de Mascaró remite a lo humano a través de lo atemporal, a lo que queda de quienes fuimos, o a lo que de quienes somos reconocemos en nuestro pasado remoto. Su proyecto artístico nos traslada formalmente al pasado, proponiendo una multiplicidad de lecturas que nos enfrentan con el presente.
Departure es un conjunto escultórico monumental formado por 26 barcos realizados en hierro fundido y bronce que recuerda a las representaciones de los navíos en las culturas del Mediterráneo. El conjunto se compone de barcos deshabitados y ruinosos, como encallados en una playa inhóspita o como barcos-fantasma abandonados a la deriva: el mar testigo de las migraciones (en el pasado y en el presente), del dolor por abandonar lo que queda atrás, del terror por lo que obliga a la marcha.
El artista interpreta el sentido del barco no sólo como un “testimonio del pasado, o una reflexión sobre los éxodos y migraciones actuales, sino que también se entienden como una fuente de esperanza”. El interés de Mascaró por los testimonios arqueológicos, los fundus, está también en la base de su experimentación formal y material; los huecos, óxidos y corrosiones en los acabados convierten a las duras esculturas de hierro en frágiles poemas visuales, como monumentos a punto de derrumbarse, a punto de ser enterrados por la arena y el tiempo.