El título de la muestra, que incluye las dos últimas piezas del artista, remite a la voluntad de renovación inagotable, búsqueda interior y vuelta a las raíces que acompañaron toda su vida. Una obra muy influida por la cultura prehispánica así como por los materiales y el paisaje de su tierra.
Partiendo de un trabajo artesano, Chirino se vale del hierro forjado como medio de expresión plástica. Reduce la compleja realidad a formas lineales generando todo tipo de geometrías espaciales que buscan el máximo potencial expresivo con un mínimo de materia.
Entre las esculturas de la muestra pueden contemplarse espirales, símbolos del viento; dos aeróvoros, que sugieren levedad e ingravidez; varias cabezas, la serie más figurativa de su trayectoria; una obra de la serie Homenaje a Marinetti, que amplía el desafío que aspira a transformar el espacio, dando a la forja de hierro la rapidez y el desenfreno de una inmensa rúbrica, y su más reciente escultura: el escorzo en hierro de un gran violonchelo sobre base de ebanistería fina, que da continuidad a una amplia serie dedicada a la música.
La voluntad incesante de plasmar, a través de una materia tan rígida formas tan orgánicas generalmente curvas, es lo que hace que, ante cada una de sus obras, Chirino provoque en el espectador una emoción singular. Todavía resuenan sus palabras que, acerca de su obra, solicitaba del espectador: «Que la observen detenidamente. Para mí sería un honor que la miraran, se dejaran llevar y vibraran, pues es el esfuerzo de toda una vida».