Albasini nació en Battiggio (Italia), pero gran parte de su vida la pasó en Huesca, donde su familia tenía un histórico negocio de hojalatería conocido como Los Italianos. En Huesca también se casó y tuvo a sus cinco hijos. Practicó la fotografía desde niño, por lo que se suponía que su obra había sido extensa. Sin embargo, hasta hace poco tiempo sólo se conocía una parte muy pequeña.
Ahora, gracias a la generosidad de la familia y al trabajo de la Fototeca de la Diputación, sus imágenes salen a la luz y se puede dar una visión global de su trabajo a través de una selección de 220 fotografías escogidas entre las casi cuatro mil que forman su fondo.
Expresión artística
Desde edad muy temprana, Albasini fue consciente de que la fotografía podía ser una forma de expresión artística y no solo un documento que reflejara el momento que le tocó vivir. Sin embargo, no renunció a ninguno de estos dos aspectos y a ambos los dotó del entusiasmo y la pasión que fue para él la práctica de la fotografía.
Dominó la técnica con gran destreza en todos los procesos del acto fotográfico, desde la medición de la luz hasta el encuadre o el positivado, buscando efectos que dieran a sus obras el aspecto estético que deseaba. Quizás no se atrevió a adentrarse con claridad en los movimientos modernos que surgieron en los años veinte y treinta del siglo pasado, aunque los conociera y los tuviera presentes, y prefirió quedarse en la efectividad, más popular, del pictorialismo.
En la exposición Rodolfo Albasini: en los aledaños de la fotografía moderna se realiza un primer acercamiento a su producción incidiendo en aquellos aspectos que más definen su obra, tanto temática como estilísticamente. En primer lugar se presenta el contexto general en que se desarrolló su trabajo: su familia, su negocio, sus relaciones personales y sus inicios en la fotografía.
Como otros fotógrafos contemporáneos se convirtió en testigo y notario de la ciudad de Huesca. Con su cámara recogió calles y monumentos de la ciudad, pero también la intensa vida social de principios del siglo XX, lo que se puede ver en el segundo apartado de la exposición.
Pictorialismo
El tercer ámbito de la muestra se centra en los aspectos artísticos de su obra a través de un conjunto de copias de época en las que se aprecian los distintos elementos que los fotógrafos de principios del siglo XX consideraban que dotaban a sus obras de valor artístico, como el encuadre o el uso de técnicas de positivado ligadas al pictorialismo.
Todo ello prepara al espectador para acercarse a los principales temas de su producción: el paisaje y la documentación del patrimonio. En cuanto al primero tenía preferencia por los paisajes alpinos de su Italia natal, aunque también le gustó recorrer los Pirineos y las sierras de Huesca. Por lo que respecta a los valores patrimoniales se centró sobre todo en los relacionados con la provincia, fueran artísticos, arquitectónicos o etnográficos.
También el retrato, especialmente el familiar, y el autorretrato ocuparon un lugar muy importante en su producción fotográfica; por ello se le dedica una parte específica de la exposición, incidiendo de manera especial en los de su esposa y en los que tienen a los niños como protagonistas.
En algunos momentos de su carrera, Albasini sintió la necesidad de documentar más profusamente determinados temas y diversos acontecimientos que plasmó en series y reportajes como los que recogen elementos de la Semana Santa oscense, el estado de los alrededores de la ciudad tras la Guerra Civil o las manifestaciones patrióticas que se celebraron recién acabada la contienda.
Junto a este conjunto de imágenes se muestran también materiales complementarios como algunas de las cámaras que utilizó, productos fotográficos o libros y revistas especializados procedentes de su biblioteca personal.
Durante los últimos treinta años, la Fototeca de la Diputación Provincial de Huesca ha recogido numerosos fondos para su conservación y su difusión y ha sentado las bases necesarias para avanzar en la realización de una historia de la fotografía en el Alto Aragón y establecer las relaciones existentes entre los distintos fotógrafos oscenses, muchos de ellos aficionados.
El trabajo real de un fotógrafo
Esta exposición, explica el comisario Ramón Lasaosa, «desvela el trabajo real del fotógrafo, lo que él quería mostrar en cada momento» y sus imágenes «nos provocan emociones, nos invitan a acercarnos a su figura y relaciones personales y permiten ver la implicación en la vida social que vivió».
En el álbum que allá por 1915 ya le regaló a su entonces novia, Presentación Martínez (Tachón), la selección ya estaba dotada de personalidad propia y con aquellos temas que seguiría desarrollando a lo largo de toda su carrera: el retrato, el patrimonio, la etnografía y el paisaje.
Las primeras fotografías fueron retratos familiares, primero de sus padres y con el paso del tiempo cobraron protagonismo su esposa y sus hijos. Entre los mejores retratos están los de niños por haber captado las expresiones más naturales y dos que poseen una profunda intensidad: los de Ramón Acín y su esposa, Conchita Monrás.
Junto a las ferias de ganado, indumentaria tradicional, corridas de toros y procesiones religiosas propias de una sociedad conservadora, se aprecian los primeros signos de modernidad de la mano de prácticas deportivas importadas de Europa que causaban furor entre la clase burguesa de la ciudad, se reflejan en las fotos del Sport Club, el primer equipo de fútbol de Huesca, del grupo de mujeres que juega al croquet en el cerro de San Jorge o del primer avión de Gregorio Campaña.
Entre el sinfín de detalles que llaman la atención, se exponen un dibujo o caricatura que le hizo Ramón Acín en 1914, la única foto existente donde el conocido puente de San Miguel aparece con el armazón del encofrado, pero también otras en las que puede verse la antigua plaza de Toros, el adoquinado del Coso en 1934 o el traslado de los restos de rey Alfonso con motivo del Congreso de Historia de la Corona de Aragón.
En el recorrido se ha dedicado un espacio al 80 aniversario de la Guerra Civil con las trincheras de los alrededores de Huesca, el cementerio o los destrozos y en paralelo las fiestas de la Victoria en el Parque de Huesca en mayo de 1939, la procesión de Viernes Santo en el mismo año y ya a mediados de los 40 la fiesta de la Asociación de Antiguos Alumnos Salesianos.
El patrimonio artístico lo captó más en el detalle de arcos, puertas y capiteles y en objetos como relicarios o imágenes sacras. Destacan de la provincia las tomadas en Santa Cruz de la Serós, San Juan de la Peña, Alquézar o el monasterio de Sijena, pero también aparecen monumentos de Toledo, Segovia, Valladolid, Zaragoza y en Italia de Parma o Milán.
Queda patente en todo el archivo su afición por la montaña, que se inicia muy temprano, cuando sube al pico Aneto en 1917. Estuvo entre los impulsores de la Sociedad Turismo del Alto Aragón y luego Peña Guara o del movimiento scout o de los entonces conocidos como exploradores, de los que recogió con su cámara buena parte de sus actividades en un ámbito donde toman protagonismo los Pirineos y los Alpes con los glaciares, y otras fotos de los alrededores de Huesca: sotos, albercas, huertos…