La directora del Área de Cultura de Fundación MAPFRE, Nadia Arroyo, destaca la «mirada libre y moderna de Abbott» y subraya que todas las copias que se presentan fueron positivadas por la propia fotógrafa, «lo que permite apreciar la enorme calidad y textura de cada una de sus imágenes».
«Estamos ante una de las fotógrafas que de forma más temprana y eficaz retrató las transformaciones de Nueva York en las décadas centrales del siglo XX, reflejando la huella de la modernidad sobre la gran urbe». En aquel período, la ciudad se convierte en el icono de un nuevo modo de entender la arquitectura urbana y en el epítome de la sociedad moderna.
Heredera de la tradición documental de Eugène Atget, al que ella misma contribuyó a descubrir, Abbott retrató a numerosos personajes de la escena intelectual durante su estancia en París en los años 20. En pocos años llegó a ocupar un lugar importante entre los retratistas europeos y se convirtió en uno de los enlaces entre la vanguardia del Viejo Continente y la creciente escena artística de la costa este estadounidense de los años 1920 y 1930.
Más allá de la fotografía
Para Estrella de Diego, comisaria de la exposición, «más allá de la fotografía, Berenice Abbott es una de las grandes artistas del siglo XX. La idea de modernidad invade todo su trabajo, desde sus retratos de los artistas e intelectuales más vanguardistas del momento hasta sus fotografías con temática científica, pasando por sus asombrosas vistas de Nueva York». Se trata de una idea que es a su vez reflejo de la modernidad de la propia artista, con su carácter vanguardista y audaz, que le permitió vivir su sexualidad libremente junto a su pareja, la crítica de arte Elizabeth McCausland, con quien conviviría durante treinta años.
La muestra comienza su recorrido con la sección Retratos, en la que se integran las imágenes de los personajes más rompedores de la época. Principalmente retrata el proyecto de vida de un grupo del que ella forma parte: el de las “nuevas mujeres”, dispuestas a vivir al margen de las convenciones para salvaguardar su libertad. Un ejemplo de estos retratos es la imagen de Janet Flanner en París.
En Ciudades, segundo grupo de fotografías, está reunido el deslumbrante retrato que Abbott hace de Nueva York durante la década de 1930. Ante su objetivo, la ciudad se convierte en un ser vivo, en un extraordinario personaje que se descubre ante sus visitantes con sus impactantes rascacielos, el bullicio y sus escaparates. Desarrolla este proyecto de forma independiente hasta que en 1935 logra financiarlo con la ayuda del Federal Art Project. Estas imágenes fueron publicadas en 1939 con el título Changing New York, logrando un gran éxito de crítica y ventas.
La última parte de la exposición, que ya se pudo ver en Barcelona, concentra sus fotografías de experimentos y fenómenos científicos. Abbott comienza a trabajar en ellas a finales de los años 1950 cuando forma parte del Physical Science Study Committee del Massachusetts Institute of Technology (MIT). Estas fotografías demuestran, una vez más, la dualidad que recorre su obra. Imágenes que documentan fenómenos físicos pero a la vez muestran la exquisita imaginación y creatividad de la fotógrafa.
Además, Fundación MAPFRE ofrece la proyección del documental Berenice Abbott: A view of the 20th Century, producido por Kay Weaver y Martha Wheelock en 1992. Filmado cuando la autora tenía 91 años, la cinta nos conduce por una verdadera visita guiada a través del siglo XX a partir de la trayectoria artística y humana de Abbott, «una creadora, concluyó Estrella de Diego, que artística y fotográficamente siempre estuvo en el lugar oportuno y en el momento oportuno, lo que la convierten en un verdadero icono de la creación de imágenes inolvidables».
De periodista a fotógrafa…
Berenice Abbott comienza sus estudios universitarios con la intención de convertirse en periodista. En 1918 se traslada a Nueva York y se instala en el Greenwich Village, estimulante centro de encuentro de artistas e intelectuales que le facilita su primer contacto con creadores como Marcel Duchamp. En este momento se inicia en la práctica de la escultura.
Tres años después viaja a Europa y se instala en París, donde empieza a trabajar como ayudante en el estudio de Man Ray y descubre su verdadera vocación: la fotografía. Hacia mediados de la década de 1920 conoce a Eugène Atget y queda impresionada por su obra; las cualidades que es capaz de percibir en ella le inspiran desde el principio un profundo respeto por el fotógrafo francés y le proporcionan, además, un importante referente en el que volcar sus aspiraciones como fotógrafa. Tras la muerte del francés, Abbott compra todo su archivo personal.
Su obra es objeto de una exposición retrospectiva en 1970 en The Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York y en 1983 se convierte en la primera fotógrafa admitida en la American Academy of Arts and Letters. En 1988, el Gobierno francés le nombra Officier des Arts et Lettres y también recibe el premio Master of Photography, concedido por el International Center of Photography de Nueva York.