Pocos artistas tan fieles a sus ideas como Caruncho. Admitía que otros le viesen desde distintas claves, pero él se sabía postcubista implicado en la abstracción geométrica: lo primero como situación de comienzo, lo segundo como determinación y búsqueda. Toda su obra es un continuo plantear un problema y analizar sus posibilidades.
Algunas claves son recurrentes: su apego a la geometría, su interés por buscar opciones a una imagen, la tentación de la serie y del cuadro infinito, la presencia del volumen, el cuidado en las composiciones, la importancia de la escala, el orden interno de cada imagen, la defensa de valores cálidos en un lenguaje que tiende a desplegarse en planos, el diálogo con artistas e imágenes que le seducen, la pulsión del homenaje, el compromiso con la pintura y con su condición de artista volcado en el trabajo.
Caruncho se supo multiplicar como nadie: defendió proyectos de galerías privadas, escribió para dar voz a los artistas que admiraba, puso en marcha proyectos culturales cuando apenas existían, y solo se le resistió el que quizá sentía más próximo, ese Museo de Arte Geométrico del que enseñaba planos, listas de artistas y obras, a modo de museo portátil e imposible. De su entrega queda el recuerdo de su paso por el Centro Cultural del Conde Duque, al que convirtió en el eje estético y desde el que defendió un excelente programa de exposiciones: plural, ambicioso, argumentado, sólido. Exposiciones que conllevaban una profunda investigación, de modo que los catálogos se convertían en piezas esenciales en la reivindicación posterior de los artistas.
Esta muestra se plantea como un leve pero intenso paseo en compañía de sus obras. La selección de las mismas quiere mostrar sus momentos fuertes, el eje de una trayectoria que se bifurca y multiplica en cada momento, pero que también vuelve sobre sí para crecer.