Amante de la naturaleza como tema de su iconografía, Barco se ha sentido desde siempre seducido por el Mediterráneo. «De niño, cuando jugaba en su orilla, me preguntaba por qué el agua del mar en una botella era transparente ¿En qué momento había perdido su color azul? Tardé años en comprender que el mar se posa sobre la tierra y mira hacia el cielo. Entender su comportamiento, su movimiento, contemplarlo, buscar su esencia y finalmente llevarlo a la pintura. Olvidar lo aprendido, pintar como el que coge un pincel por primera vez, poniendo el pigmento de la misma forma que las leyes físicas de la naturaleza hacen posible la fluidez cambiante del agua, su trasparencia, los efectos de la luz y su armonía de color. Sé de antemano que esta tarea será inalcanzable en gran medida, pero si al menos en algún trazo o mancha queda algún recuerdo de este intento estas obras de Mediterráneo tendrán sentido».