Compuesta en apenas cuatro meses, la partitura de Giovanna d’Arco deja entrever un Giuseppe Verdi joven y ambicioso que busca experimentar e innovar en su estilo vocal e instrumental, y que logra momentos de gran brillantez. El histórico personaje se dibuja a través de una combinación de precisión histórica e importantes licencias poéticas, la más notoria de las cuales es que su heroína muere en el campo de batalla y no en la hoguera.

Es el final de una Giovanna que, bajo inspiración divina, exhorta a los franceses a hacer frente a las tropas invasoras inglesas y enamora con su arrojo al rey de Francia. Aparece, además, como parte esencial de la trama, el tipo de relación padre-hija que tanto fascinaría a Verdi durante toda su trayectoria, y que aquí se presenta con el agravante de que el progenitor la denuncia ante el enemigo por creerla embrujada, desencadenando con ello el trágico final.