La muestra reúne collages de gran tamaño que representan escenas protagonizadas por el artista en acciones cotidianas (trabajar, cocinar, dormir, ducharse, etc.), haciendo una alusión constante a su mundo interior mediante elementos concretos y metafóricos.
Peñalver ha reivindicado siempre la biografía propia como motor de su trabajo, y con esta exposición nos traslada a su estudio, donde la creación y el ámbito privado conforman un único universo. De hecho, en su caso, el espacio doméstico y el taller comparten un mismo contexto espacial, pero también idénticos ritmos cotidianos y rituales íntimos, a los que este proyecto, realizado expresamente para la ocasión, permite acceder de manera desinhibida pero sin exhibicionismo.
Espacios reservados
Como explica Óscar Alonso Molina, comisario de la muestra, “como muchos de los artistas cercanos que le sirven de referencia –de Hockney a Pérez Villalta–, al aparecer en sus propias imágenes como protagonista principal y a menudo único, Peñalver puede llevarnos a sus espacios físicos y mentales más reservados, a situaciones casi comprometidas, sin regodearse en aspectos procaces, escabrosos o simplemente morbosos. Incluso su despertar sexual o las tensiones eróticas cotidianas y sus fantasías son asuntos que ha sido capaz de tratar con total franqueza sin hacer de ello espectáculo”.
El mundo de los afectos (familia, amigos) y el de las pasiones (pareja, amantes) han centrado su trayectoria desde sus comienzos. Entre medias está esa suerte de autorretrato constante en el cual el artista ocupa realmente el centro de cada una de las historias que cuenta. Este autorretrato se ha vuelto ahora explícito en la serie que ha desarrollado durante dos años como respuesta a la invitación para participar en Conexiones. El resultado es un conjunto de collages de gran tamaño y técnica deslumbrante, probablemente las piezas más ambiciosas que ha abordado hasta la fecha.
Punto de partida
Como punto de partida para realizar este trabajo, el artista ha tomado como referencia una obra de la Colección Banco Santander y tres piezas pertenecientes a la Colección Museo ABC con el fin de entablar un diálogo entre ellas y servir de inspiración al conjunto expositivo.
De la Colección Banco Santander, la obra elegida es el lienzo titulado Modulación número 66 (1976) del artista francés Julio Le Parc. De la Museo ABC, Peñalver ha elegido tres ilustraciones: Brígida y su boda (1929), de Emilio Ferrer; El niño y el escaparate (1924), de Ángel Díaz Huertas; y El hombre mañoso (1932), de Antonio Barbero; una tríada que refleja la imagen tópica del estudio como espacio caótico y bohemio.
Un vídeo completa el recorrido. Aquí, la secuencia muestra a Peñalver bajo las coordenadas principales que rigen todo el proyecto: de blanco, en sus espacios privados (taller, casa), con sus objetos, con sus collages, trabajando, recortando papeles, pegándolos, envuelto en las actividades domésticas, en su aseo diario, construyendo una imagen del mundo a su medida… Autorretratándose siempre.