Sala íntima con audiencia expectante. Lindo se planta delante de un micrófono con camisa blanca y una gran flor roja. Comienza a leer sin titubeos un cuento basado en la historia de su familia. Como ya adelantó con su clásico Manolito Gafotas, un niño con el mismo nombre vuelve a convertirse en el protagonista de esta historia con una orquesta de seis músicos.
“Esta historia siempre estuvo ahí. La escuché desde niña de labios de mi padre. Él era el niño, el niño desamparado de nueve años en el Madrid devastado de 1939, recién acabada la guerra; la Bestia era el mote que asignó a una mujer que lo trató con frialdad y violencia”, narra Lindo.
Manuel se llamaba el niño y Casilda la bestia, dos personajes cuyas vidas se cruzan por los desastres que deja la guerra y que, a su manera, “aprenden a vivir entre fieras sin ser devorados”. Pero, -también esto lo cuenta Lindo-, “cuando llevaba mediada la escritura del relato me di cuenta de que la Bestia era una presencia más amenazante, ubicua e inaprensible que la que podría asignarse a una sola persona; la Bestia, en nuestra historia, es esa guerra que no acaba de irse, que mantiene a los habitantes de la ciudad muertos de miedo y víctimas de la miseria, abocados al silencio, sacando de ellos lo más extremo de sus personalidades, de la crueldad a la bondad inexplicable y redentora”.
En medio de esa oscuridad, acompasada con ese violín, viola, contrabajo, clarinete, corno inglés y piano, se va descubriendo también que esa tía, esa bestia, se las apañaba también para ser inmortal, “hasta que un día se muera de vieja”. Mientras, el niño Manuel caminaba por las calles de La Latina, “lo mejor para combatir la locura era salir a la calle”, sucumbiendo a todos los obstáculos de un mundo derruido, débil, enfrentado, sumido en la absoluta incertidumbre.
Como decía, fue una obra extraña en la que no había actores aunque sí una buena historia, en la que los músicos eran los que marcaban los compases de un relato tenebroso que nos transportaba a ese Madrid que muchos olvidan y otros quieren recordar. Es este cuento un empujón para ayudarnos a no olvidar nuestras raíces y superar nuestros propios errores. Y es que, ya se sabe, “a veces la desesperación te lleva a la suerte”.
• Libreto y narración: Elvira Lindo.
• Concepto y dirección artística: María Lindo.
• Intérpretes: Lander Echevarría, Ander Perrino, Laura Ruiz Ferreras, María Lindo, Jarkko Riihimäki y Linien Ensemble.
• Encuentro con el público: 12 de diciembre (después de la función). Taller de escritura dramática e improvisación musical: 27 de noviembre y 11 de diciembre. Horario de 16.30 a 19.30 h.