Comisariada por Pedro J. Martínez Plaza, técnico del Área del Conservación de Pintura del siglo XIX del Prado, El Gabinete recupera el sentido original de la sala para reflexionar sobre el origen mismo de la institución vinculada de forma inherente a la Corona desde su apertura en 1819 y ofrece una mirada diferente sobre las propias colecciones del Museo para volver a contemplar las pinturas con los planteamientos propios de la museografía del siglo XIX, colgadas a diferentes alturas y cubriendo por completo los diferentes muros.
Ubicada en la primera planta del Museo, frente al Jardín Botánico, esta sala se creó en 1828 y estaba destinada al descanso del monarca Fernando VII y de sus familiares. Estaba decorada especialmente con retratos reales, e incorporaba también un pequeño lugar para el aseo en una pequeña sala anexa. Su carácter privado, que se mantuvo hasta 1865, lo hizo invisible para el público, incluso para muchos especialistas, pues durante décadas careció propiamente de una clara finalidad expositiva. En definitiva se trataba del espacio donde de una forma más clara se hacía presente la vinculación del edificio con la Corona.
Galería iconográfica
El Gabinete fue concebido como una galería iconográfica de la dinastía de los Borbones –desde Felipe V (1683-1746) hasta Fernando VII (1784-1833)– así como de sus antecesores y parientes. Por ello, entre los 28 retratos figuraban dos efigies del rey de Francia Luis XIV y una de Felipe de Francia, I duque de Orleans, abuelo y tío abuelo de Felipe V respectivamente.
Había también algunos retratos de grupo de gran tamaño, como la Familia de Felipe V de Louis-Michel van Loo, en el que el rey está acompañado por su segunda esposa –Isabel de Farnesio– y algunos de sus hijos. Entre ellos se encuentran los futuros Fernando VI (1713-1759) –del que no había ningún retrato individual en el Gabinete– y Carlos III (1716-1788) –efigiado además en otro cuadro que forma pareja con el de su esposa, María Amalia de Sajonia, ambos de Antón Rafael Mengs.
Resultan interesantes por su número los retratos de infantes, muchos de los cuales se trajeron desde el Palacio Real de Madrid para figurar en el Gabinete. De entre ellos destaca el conjunto de pasteles de Lorenzo Tiepolo, que representa a los seis hijos de estos monarcas que les acompañaron a España desde Nápoles y que aparecen portando diferentes objetos como la escopeta, instrumento propio de la educación principesca. Dos de estos infantes, Antonio Pascual y Gabriel, se encuentran también representados en este Gabinete por Mengs. Junto a ellos destacan los dos pintados por Ramón Bayeu y, por su mayor tamaño, el del futuro Luis I (1707-1724), hijo de Felipe V, uno de los primeros lienzos realizado por Michel-Ange Houasse en España.
La familia de Carlos IV (1748-1819) estaba representada a través del gran cuadro de Francisco de Goya (expuesto actualmente en la sala 32) y de los retratos individuales de algunos de sus miembros, como los del propio monarca y su esposa María Luisa de Parma. También lo estaban algunos de sus hijos, hermanos de Fernando VII, entre ellos Carlota Joaquina de Borbón –la única obra que posee el Prado del pintor italiano Giuseppe Trono– y María Luisa de Borbón. Ésta aparece junto a sus hijos y su esposo –el efímero rey de Etruria Luis I– en un cuadro pintado por François-Xavier Fabre (Los reyes de Etruria y sus hijos).
Fernando VII
Aunque en la sala no había ningún retrato individual de Fernando VII, el monarca aparece en diferentes pinturas que recogen algunos asuntos de su vida. Es el caso de la Jura de Fernando VI como Príncipe de Asturias de Luis Paret –que colgaba en la misma pared que Las parejas reales, también de este autor y ambientada en Aranjuez– y de Embarque real en el estanque grande del Retiro de José Ribelles. Este lienzo ilustra también el impulso dado por Fernando VII al Buen Retiro, uno de sus lugares favoritos de la Corte.
Por su tamaño destacaba La reina María Isabel de Braganza como fundadora del Museo del Prado, un retrato encargado específicamente a Bernardo López Piquer para figurar en este Gabinete, en el que la segunda esposa de Fernando VII señala con su mano izquierda los alzados de las salas del Museo con la ubicación de las pinturas.
En conjunto, además de recrear el espacio dedicado al descanso de sus majestades, estas obras –pintadas por autores de diferentes escuelas y estilos– permiten comprender la evolución del retrato cortesano en España desde principios del siglo XVIII y hasta el primer tercio del XIX. Junto al estilo de los pintores franceses llegados a la corte con Felipe V, destacan también las obras de Mengs, que consigue dotar a sus modelos de gran una sencillez y naturalidad, y de Tiepolo, que muestra una especial sensibilidad y un gran dominio de la técnica del pastel.
En la sala también se colocaron, con una intención principalmente decorativa, numerosos bodegones, tres de ellos flamencos del siglo XVII y el resto de artistas españoles. Entre estos últimos se encuentran los de Luis Meléndez –pintor fundamental en la evolución de este género en nuestro país–, así como los floreros de Luis Paret, Juan de Arellano –maestro indiscutible de la pintura floral– y Benito Espinós –artista vinculado a Valencia, donde esta especialidad tendría un gran desarrollo.
Se dispusieron además diferentes paisajes del siglo XVIII, entre ellos tres de Mariano Ramón Sánchez pertenecientes a su serie de Vistas de puertos españoles, compuesta por 118 cuadros de puertos, bahías, islas y arsenales encargada por Carlos IV cuando aún era Príncipe de Asturias. También debieron tener una finalidad decorativa los dos bustos de personajes orientales pintados por Lorenzo Tiepolo, que convertían a este pintor italiano en el mejor representado en el Gabinete.