Pintor y fotógrafo, la carrera de Ballester comenzó en la pintura con especial interés por la técnica de las escuelas italiana y flamenca; en un principio fue realista pero pronto derivó a un lenguaje más personal, minimalista, que tiende hacia la abstracción a través de luces y sombras. También manifiesta un gran interés por la arquitectura, pinta y fotografía escaleras, ventanas, fachadas, puertas que dan paso a lugares vacíos, esquinas misteriosas; juega con la luz, elemento fundamental en su obra, y busca una belleza exacta que a veces resulta inquietante.
La obra de Ballester ha ido evolucionando y proyectándose a través de diversos lenguajes, paralelamente a los paisajes solitarios, puentes, arquitecturas urbanas, interiores vacíos, contenedores, ha desarrollado un interesante trabajo de apropiación de obras maestras de museos como el Prado, el Kunsthistorisches Museum de Viena, y otros, a los que ha despojado de figuras humanas y animales, así Veermer, Fra Angélico, Giotto, Boticelli, El Bosco, El Greco o Velázquez han sido fotografiados y vaciados por el artista, dando lugar a un impresionante trabajo al que ha llamado Espacios Ocultos. Las impresiones digitales, a tamaño real, persiguen descubrir los elementos secretos manejados por los artistas y dar una visión de los mismos.
Ballester siempre ha demostrado su afición al paisaje y a la naturaleza que ve amenazada por la actitud depredadora del ser humano; la emergencia climática, los incendios en la Amazonia brasileña, las sequías, la desertización, la acumulación de plásticos en los mares, son cuestiones que le preocupan y a las que se enfrenta como ciudadano y, por supuesto, como artista, reflejando en algunas de sus obras toda su zozobra y su voluntad de remover conciencias y arrimar el hombro en una tarea que nos incumbe a todos.