Atento observador de gentes y paisajes, con una mirada tierna, fantasiosa, vitalista, compasiva o burlona, Alcorlo ha pintado su vida, que le fue ofreciendo la inspiración y el oficio, paso a paso, entrelazando su innato talento para el dibujo, los retratos de familia, el laborioso trabajo del grabado, la música –que cultiva como melómano y como intérprete de violín─, la literatura –acumulando lecturas de la brillante ilustración de libros– y un riquísimo imaginario alegórico, con un bestiario particular e inagotable que parece brotar del inconsciente infantil.
Aunque ha podido vivir siempre de su arte, sobre todo como retratista, Alcorlo ha forjado una carrera única y solitaria, con una arte figurativo y descriptivo anclado en el magisterio goyesco al margen de los dictámenes estéticos que se han sucedido en las últimas décadas.
Camino propio
Como señala el académico de Bellas Artes Víctor Nieto Alcaide, «ha preferido rehusar la comodidad de las tesituras y hacer una pintura introvertida, íntima, recluida en sí misma, y al margen del turbulento mundo de las tendencias y corrientes. Ha creado un mundo inédito, revelador de relatos plásticos nuevos, de gestos sorprendentes, y de actitudes y sucesos cotidianos cargados de un profundo humanismo».
Su universo, el Universo Alcorlo, nace siempre del impulso y del goce de crear con libertad un mundo propio. En palabras de Rafael Moneo, “un mundo que sirve de marco para proyectar en él sus sueños”. La exposición, con coordinación de Rosa María Recio y diseño y dirección de montaje de Daniel Nicolay y Almudena Palancar, ofrece un intenso acercamiento a sus temas y técnicas. No se la pierda.
Manuel Alcorlo inició sus estudios artísticos en la Escuela de Artes y Oficios, en la Escuela de Cerámica de la Moncloa y en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. En 1953 ingresó en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando. En 1960 consiguió por oposición una beca en la Academia de España en Roma, donde residió hasta 1964. Dos años más tarde obtuvo la beca de la Fundación Juan March. Fue nombrado académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1998.
Alcorlo
Por Antonio Bonet Correa
La vena sarcástica de la pintura de Manuel Alcorlo hunde sus raíces en una España mítica, con antecedentes en el arte del aragonés Francisco de Goya y en la literatura periodística del madrileño Mariano José de Larra, así como en nuestro clásico autor de sueños, Francisco de Quevedo y Villegas.
Esta forma anacrónica de realizar el arte figurativo, fija desde hace años su atención en una época ya obsoleta. Tanto Goya, como Larra vivieron, desde las inquietudes de sus respectivas generaciones, la crisis de carácter histórico producida por la Guerra de la Independencia contra los franceses, la vigilancia ideológica de la Inquisición y la persecución política de los absolutistas.
Manuel Alcorlo, con el virtuosismo de un artista figurativo que domina con maestría el dibujo y la composición espacial de abigarrada densidad, retrata una sociedad burguesa decimonónica de caballeros con chistera y opulentas y enjoyadas damas de exagerado volumen físico. Es la visión fantasmagórica de una época ya pasada, pero que aún perdura viva en gran parte de la España más reaccionaria del siglo XXI.
El color y la musicalidad de las imágenes de Alcorlo hace que las obras exhibidas sean, además de una crítica social punzante, una fiesta para los ojos y los sentidos tanto pictóricos como de contenido moral y de las costumbres.