Comisariada por el también artista y también cubano Wilfredo Prieto (1978), la muestra funciona como un reencuentro: una vuelta a la obra de Mendieta desde la mirada de su paisano. Una selección de películas que se alternan con dibujos (la gran mayoría inéditos) que se plantea como un espacio de intimidad que atiende a la profunda entrega de Mendieta a su cuerpo y al proceso artístico, dotado de un potente carácter ritual. Vuelve así, con efecto boomerang, a lo más privado de Ana, reviviéndola, compartiendo, dejando que siga viviendo a través de las miradas de los visitantes.
Ese lazo con lo íntimo de la artista está escondido en el propio título de la muestra. Tropic-Ana firmaba informalmente Mendieta su correspondencia con familiares y amigos. Es en una de estas misivas donde contaba desde Nápoles: “Querida mamita, nada más unas líneas para darte la buena noticia de que voy a tener una muestra en Roma que inaugura marzo 21 la Galería Primo Piano. En fin, mis labores empiezan a tener fruto”. Los dibujos que se exponen en Madrid se trazaron precisamente durante su estancia en Roma, dibujando un círculo invisible que ahora se cierra.
Ana Mendieta (La Habana, 1948 – Nueva York, 1985) tuvo que abandonar Cuba tras el triunfo de la revolución. Esto hizo que el exilio, la soledad y el sentimiento de pérdida se grabaran a fuego en su vida y acabaran marcando su obra. La mayor parte de su vida transcurrió en Estados Unidos, donde estudió Bellas Artes en la Universidad de Iowa. A través de su formación se pone en contacto con nuevas formas de expresión como el videoarte y la performance que le resultaron muy útiles para denunciar problemas sociales como la discriminación racial o la violencia de género. A finales de los setenta empieza a vincularse con el arte feminista de Nueva York.
Una artista que sigue viva a través de su trabajo, de sus familiares y de sus seguidores, que, 35 años después, continúan hablando de asesinato a manos de su marido, al también artista Carl Andre. Otros siguen manifestándose a las puertas de los museos que exponen las obras de Andre con el grito ‘¿dónde coño está Ana Mendieta?’. Bueno, al menos está presente hasta el 18 de abril en la Nogueras Blanchard. No se la pierda.
La fascinación
La fascinación de Wilfredo Prieto por la obra de Mendieta surge en su época de formación, a raíz del descubrimiento de las Esculturas Rupestres (1981) que la artista realizó en las cuevas de Jaruco, cerca de La Habana. Y es en La Habana donde en 2019, investigando en el archivo personal de la artista, Prieto se encuentra con Tropic-Ana: la firma con la que solía bromear cuando mantenía correspondencia con sus familiares y amigos. De este modo, la exposición se articula atravesando diferentes formas de materializar la presencia de Mendieta traspasando el tiempo, los elementos y su fisicalidad.
La selección de películas, alejándose de las intervenciones en las que el cuerpo se implica de forma directa, reflejan el interés de la artista por la representación mediante la ausencia, cargado de un aura mística y trascendental. Por otro lado, los dibujos, realizados durante su estancia en Roma entre 1983 y 1985 para profundizar en sus proyectos en curso, muestran la faceta más intimista y personal de su proceso creativo.