En este museo al aire libre, desarrollado en colaboración con Acción Cultural Española, Borondo invita al visitante a descubrir los cinco capítulos de Insurrecta, tratando de generar con ello reflexiones e indagar en el sustrato cíclico de la historia, tomando como eje aquella fracasada revuelta. Además, la elección del soporte no es casual, el artista conecta la reapropiación de la tierra por parte de los comuneros con la reapropiación del arte en las vallas.

Las obras se plantean en código de metáfora visual e hilan de forma sugerente hechos históricos con una lectura personal y crítica hacia nuestra contemporaneidad. A la vez, el artista descubre al visitante un espacio visual de Segovia menos conocido, impulsando la visibilidad de los denominados ‘No Lugares’.

Borondo rinde homenaje a los Comuneros profundizando en la idea de revuelta y extendiendo el análisis de las luchas de poder más allá del marco establecido, aplicándolo a otros frentes, tales como la humanidad enfrentada a la naturaleza, el discurso de lo urbano en el paisaje natural, los efectos de la imposición en la sociedad, la reapropiación de espacios por parte de diferentes agentes o los cambios en el statu quo.

Monotipo

En el proyecto se han utilizado diferentes técnicas; sin embargo, todas las obras presentan como matriz común el monotipo, técnica que usa las herramientas del grabado pero generando una sola copia, con la que Borondo quiere homenajear la intención divulgativa de las series de grabados Los caprichos y Los desastres de Goya.

Gonzalo Borondo. 'Insurrecta'. Foto: Roberto Conte.

Gonzalo Borondo. ‘Insurrecta’. Foto: Roberto Conte.

Para hacer de cada obra una experiencia en sí misma, el artista aplica diversas técnicas plásticas que condensan o expanden su contenido más allá del soporte en sí mismo: esculturas de hierro y paneles microperforados rebosan algunos de los marcos; la cianotipia en busca de un realismo onírico propio de las primeras fotografías; el uso de la animación en otras expande el proyecto más allá del soporte original y, por supuesto, la yuxtaposición de la propia valla con su entorno, juega con las perspectivas y paisajes de la zona, pasando a formar parte de la obra.

Los visitantes cuentan con un mapa de las 17 localizaciones, que incluye un relato de la revuelta por cada una de las intervenciones, además de marcar en cada parada la perspectiva ideada para la contemplación, aunque se invita a tomarlo con la mayor libertad.

Entender al ser humano

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El trabajo de Gonzalo Borondo conecta la pintura figurativa y las instalaciones con sus propios contextos físicos y psicológicos, y está guiado por su voluntad de entender al ser humano en sus complejidades más simbólicas. Sus obras rompen el límite de lo impuesto por la inercia de un lugar, mientras que lo respeta y rinde tributo a su legado. Asimismo, su lenguaje personal está formado por las contradicciones humanas, por la simbiosis de las imágenes opuestas.

Después de más de diez años desarrollando su carrera artística fuera de España, Borondo vuelve a residir en Segovia.