Las pinturas de 195 x 162 cm revelan la impronta gestual tan fluida y rápida que caracteriza a esta artista, cuya forma de trabajar es muy directa y fresca. Interesada por el uso de diferentes materiales, en esta ocasión ha pintado sobre lino, un soporte nuevo para ella y que, a pesar de su complejidad, aporta mucha presencia.
Para transmitir utiliza una amplia gama de colores, reflejo de los estímulos que recibe en su día a día. Vuelve, por ejemplo, a ese verde con el que se siente tan cómoda. Retoma también el naranja fluorescente que hoy le proporciona esa luz tan necesaria en contraste con otros colores más tormentosos.
Podemos hablar de Plana como informalista y sus pinturas son fiel reflejo de un carácter pasional y arrebatado. Para ella, su esencia está en la pintura. Pinta porque tiene que pintar y puede hacerlo desde la “mala leche”, pero siempre de forma sosegada: “Me gusta decir que pinto desde el estómago y no desde el corazón, porque la rabia te brota desde las tripas, aunque vayas aprendiendo a controlarla”.
En esta época plena de incertidumbre, cada uno se centra en lo que mejor sabe hacer y Rebeca Plana sabe pintar y plasmar lo que siente. Ella ya ha vuelto a empezar.