La muestra ilustra las ideas básicas que conforman la producción del artista, quien siempre trabaja explorando los límites expresivos y plásticos, evidenciando un pensamiento utópico que genera nuevas relaciones entre objeto y sujeto. Las relaciones entre gravedad y levedad, vacío y lleno, interior y exterior, geométrico y orgánico… van estructurando el recorrido.
Para el comisario de la exposición, Javier Pérez Buján, Mente / Materia se propone como una síntesis, de las muchas posibles, de la prolífica obra de Rivas en un momento de madurez que permite apreciar su aportación al arte de nuestro tiempo.
Producida por el Ayuntamiento de Vigo, la muestra sorprende por las dimensiones de algunas de las piezas y por un montaje que transforma el espacio expositivo, introduciendo a quien lo visita en una experiencia sensorial a través de la obra de uno de los más destacados escultores gallegos contemporáneos.
A pesar de que no tiene un planteamiento cronológico, muestra la trayectoria del artista partiendo de una estudiada ocupación del espacio, estructurado a partir de tensiones provocadas por la utilización de diferentes escalas, texturas, orientaciones y cromatismos que van modulando el ritmo do su recorrido.
Recorrido
A su comienzo, en la sala central, pintada de gris oscuro, se encuentran tres obras que cumplen la función de introducción y avisan sobre los juegos de escala que marcarán todo el recorrido. La icónica Fósil (1975), una pieza de cinco metros de largo realizada en resina de poliéster y pintada en blanco que el artista presentó en la primera exposición del Grupo Atlántica en 1980, convive con dos obras inéditas: Sen título (1990-2015), un bloque de mármol blanco de Macael, y Ayous, titulada también Barca solar (2018), realizada expresamente para esta exposición a partir de un ensamblaje de planos de madera.
La muestra continúa con tres obras de acero inoxidable, material con el que comenzó a explorar formas orgánicas y relaciones geométricas en los primeros años setenta, y que aquí está representado con la singular Estructura en expansión (1973), y con la titulada Torques (1984), completando este apartado de trabajo en acero con Sin Título (1995), la única pieza de pared presente.
Se muestran a continuación tres obras de color rojo Ferrari realizadas en resina de poliéster y fibra de vidrio, que ocupan uno de los pasillos de la sala: Astas (1977), Arroaz y Escultura en Vermello, ambas de 1975, las únicas piezas que se exhiben en peana por exigencias de su anclaje. Unas obras que, en su momento, situaron a Rivas en la vanguardia de la escultura al proponer unas morfologías redondeadas de un fuerte cromatismo que desprenden sensualidad.
Granito
Al final de ese pasillo aparece la conocida Personaje inclinado (1983), una escultura realizada en bronce patinado con claras reminiscencias a Henry Moore que, sin solución de continuidad, preludia el apartado dedicado al granito, material que el artista descubre en su estancia en París y Normandía y que trabajará profusamente a su regreso a Galicia.
Piezas rotundas como Espacio para el Apóstol (1992), Ondulado en cruz (1992), las dos realizadas en granito negro Galicia, o la más reciente, titulada Trilogía, (2016), realizada en granito blanco cristal, rojo de Zamora y negro Zimbawe, ilustran su maestría con este material con el que experimentó una evolución hacia postulados más esquemáticos en los que contrastaba su minimalismo formal con la fuerza intrínseca del material y con el que se adentró en la escultura pública de gran formato.
La obra inédita Iridiscencias ramosas, (2018), una instalación realizada con ramas policromadas colgadas del techo, cuya ligereza contrasta con la rotundidad de las obras de granito, introduce en un espacio con dos mesas en las que se disponen diversas obras de pequeño formato, realizadas en cerámica, madera y bronce, que son una buena muestra de su registro de esculturas articuladas, descubierto después de su experiencia en el Laboratorio de Formas de Sargadelos y que luego, ya en París, llevaría al bronce con un gran éxito.
Oficio y curiosidad
El trabajo de Silverio Rivas obedece a una necesidad de explicar el mundo a partir de la comprensión de la materia. En él confluyen dos factores complementarios. Por un lado, un profundo conocimiento de las técnicas y los materiales, es decir, del oficio; y por otro, una curiosidad insaciable acerca del sentido de las cosas, es decir, la actitud. Estos dos elementos responden a una inclinación natural por conocer y crear mediante la transformación, en un movimiento dialéctico entre lo existente, las posibilidades de cambio y el resultado final que lo han llevado a ser un pionero de la abstracción en el contexto de la escultura gallega.
Miembro destacado del Grupo Atlántica, Silverio Rivas supo encontrar su propio camino después de la eclosión de este movimiento que a principios de los años ochenta puso el arte gallego en la escena contemporánea.
Forma pura
Rivas abraza a abstracción muy pronto, cuando se da cuenta de que es el material quien dicta las normas de la escultura, liberándose así de la servidumbre de la mímesis, de la representación figurativa, descubriendo una nueva forma de trabajar buscando la lógica interna del material.
Obsesionado con la búsqueda de la esencia de la materia, trabaja en la búsqueda de un lenguaje que desvele la forma pura, en una evolución que progresivamente se va liberando de elementos superfluos, de ornamentos que desvían de lo esencial, para centrarse en la justa relación entre formas, volúmenes y pesos, a partir de la que crea objetos de una singular personalidad.
Las formas orgánicas se combinan con las geométricas en un calculado juego de equilibrios y tensiones que encuentran su expresividad mediante las leyes internas de cada material que utiliza.