Tirso de Molina no solo creó a Don Juan, junto con Don Quijote, Hamlet y Fausto uno de los mitos clave de la cultura europea, también le debemos, en cuanto a personajes femeninos se refiere, una de las articulaciones más sorprendentes por su libertad y fuerza. Tirso se somete, en su vergonzoso en palacio, a una de las grandes convenciones teatrales de su época: la dificultad del amor entre clases sociales diferentes, pero lo hace recorriendo un camino que seguirán Marivaux, Lope de Vega, Beaumarchais o Goldoni. Y en ese camino traza su comedia de enredos, equívocos, transgresiones y profundidades psicológicas de unos personajes que nacen en las primeras décadas del siglo XVII.

«Este gran autor –destaca Natalia Menéndez– nos pone en la cuerda floja y desafía nuestro compromiso escénico ofreciéndonos esta paleta de personajes excéntricos: estas mujeres fuera de lo común por su capacidad de transgredir las normas e ideas de la época; estos hombres sinvergüenzas y vergonzosos que se debaten por ser y por amar. No me extraña que a Tirso le tacharan de inmoral, todavía hoy provoca cierta zozobra. Con él no hay medias tintas, se debe ir más allá, lanzarse sin tapujos. Él expulsa todo lo que suena a “la pieza bien hecha” y nos incita a poner sobre el escenario numerosas posibilidades creativas, incluso las más insospechadas, para conseguir el triunfo del amor y de la bonhomía. Su fe es el gusto. Y nosotros lo ofrecemos con sumo agrado».

Encuentro con el público: jueves, 8 de octubre.

Función accesible: jueves, 29 de octubre.

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