La muestra reúne 110 imágenes en blanco y negro, seleccionadas entre las más de 5.000 fotografías que integran el Fondo Vicente Nieto donado al Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, un recorrido visual por la España de la Guerra Civil y de la posguerra.
Las fotografías realizadas durante la guerra retratan con una intención lúdica el entorno más próximo del fotógrafo: los compañeros, el paisaje, los juegos, etc. Al llegar a los años centrales de la década de los cincuenta y hasta 1967, Nieto desarrollará la parte más intensa y fructífera de su trabajo. El medio rural y sus habitantes se convertirán entonces en protagonistas de buena parte de su obra, aunque también recogerá escenarios y personajes urbanos.
La acción de la luz sobre los objetos, los desenfocados, la presencia del fuera de campo o la múltiple direccionalidad de las composiciones espaciales son recursos mediante los que Vicente Nieto trasciende el carácter costumbrista de los estereotipos humanos y paisajísticos.
Además de su valor artístico, las fotografías revisten gran interés documental e histórico, reflejando un retrato real, sin artificios, de una buena parte de la sociedad española de los años treinta, cincuenta y sesenta, y acercando al espectador a las gentes, paisajes y ambientes de la España que su autor vivió y sintió como parte de la realidad social que le envolvía.
La exposición, comisariada por el fotógrafo leonés Amando Casado, se complementa con un catálogo descargable y del documental La mirada furtiva, un recorrido por la vida del fotógrafo, con una visión crítica de su obra, así como un acercamiento histórico a los escenarios en los que el autor realizó sus imágenes.
Vicente Nieto Canedo
Nacido en Ponferrada se trasladó a los 15 años a Madrid, formándose laboralmente como taquígrafo y tipógrafo de El Socialista. Se afilió a la Unión General de Trabajadores y a las Juventudes Socialistas. Al producirse la rebelión militar se enroló en la Columna Mangada, fotografiando durante la guerra la retaguardia republicana en la sierra de Madrid.
Sufrió prisión tras la guerra y no sería hasta 1955 cuando retomó su afición fotográfica, centrándose en el medio rural y sus habitantes. En ese mismo año ingresó en la Real Sociedad Fotográfica (RSF) al obtener el primer accésit en el primer Concurso de Noveles.
Colaboró con la revista Arte Fotográfico y de 1956 a 1963 se encargó del Boletín mensual de la RSF, encubriendo sus muchas colaboraciones bajo cinco o seis seudónimos. Muchas de sus fotografías de los años cincuenta y sesenta las realizó en las excursiones organizadas por la RSF a pueblos cercanos a la capital. Fundó el colectivo La Colmena con Rafael Sanz Lobato, Sigfrido de Guzmán y Serapio Carreño, entre otros, reflejando y retratando como pocos la realidad de la calle.
En 1963 abandonó definitivamente la fotografía, pero hoy en día está considerado como una figura de especial relevancia y uno de los exponentes del denominado Neorrealismo Fotográfico Hispano y enmarcado en la Escuela de Madrid.