«Luis Gordillo lleva en primera línea desde los años 70 -recuerda D’Acosta- y nos permite comprender el cambio que hemos vivido en este medio siglo. Un artista a caballo entre dos mundos muy distintos y que siempre ha arriesgado moviéndose en los límites».
El comisario define Memorándum como un «proyecto excepcional, el más ambicioso de Gordillo en la última década», una muestra que «es lo contrario a un proyecto histórico o retrospectivo. Está cargada de afectividad» y permite «considerar en profundidad las líneas de investigación más destacadas de su carrera, dando especial importancia a esa constante retroalimentación entre fotografía y pintura».
Centrada en su producción del siglo XXI, con especial hincapié en los últimos cinco años, la muestra también reúne piezas iniciales, como una obra de 1959 que convive, por ejemplo, con un trabajo de enero de este mismo año. Además pueden verse trabajos realizados durante el confinamiento.
Gordillo paralelo
El propio Gordillo explica que Memorándum permite «observar el desarrollo de la obra, como si se vieran al microscopio las moléculas de la pintura. Cómo se hacen más complejas, cómo se unen, cómo se fabrican cuerpos. En mi pintura cada día es más importante cómo aglutinar cuerpos pictóricos, cogiendo síntomas directos de la sociedad o míos y mezclándolos. Es como si estuviera fabricando otro Gordillo paralelo. Eso define muy bien lo que quiero hacer».
Sobre el título de la exposición, alberga una intencionalidad: «Es un discurso público, como ir al notario a decir la verdad para que conste, además de algo irónico, por la excesiva importancia de la palabra. Tiene también que ver con mi edad (86 años), no porque piense que no vaya a vivir más, sino porque te vas acercando a la sensación de que esto tiene algún fin».