Acostumbrado al gran formato, en esta ocasión Galindo se enfrenta al lienzo de una manera más violenta y muy gestual, en la que los residuos de la acción son los que dan forma al gesto poético, la experiencia de la huella como violencia y también como residuo de un acontecimiento pictórico.
En esta muestra utiliza las flores como elemento vertebrador sobre el que articula la vitalidad que le caracteriza. Flores vibrantes, coloristas y luminosas cuya esencia, su olor, es a pintura, en línea con la greguería de Ramón Gómez de la Serna: “El perfume es el eco de las flores”.
En sus nuevos cuadros, Galindo representa el tema clásico del bodegón a una escala monumental y de una manera fronteriza a la abstracción. Pintar flores es para él una celebración de la vida en un tiempo tan difícil, una contundente defensa del placer de pintar y una forma de libertad absoluta.