Solís, que en septiembre presentará su segunda individual en Puxagallery, entiende el arte como un medio de investigación y una herramienta experimental para crear hipótesis, una forma de pensar que le acerca a la ciencia. No en vano, para la artista el aumento de lo conocido siempre se compensa con el aumento correspondiente de lo desconocido, una certeza que entronca directamente con el principio de incertidumbre de Heisenberg y configura nuevas facetas interpretativas.
Como destaca Ángel Antonio Rodríguez, su obra se caracteriza por la “energía intrínseca de sus diálogos con el espacio, que incita a las reflexiones íntimas del público partiendo de la línea y sus múltiples fluctuaciones para concebir estructuras germinales y dinámicas que vibran sobre sí mismas de manera sutil, entre la potencia expresiva y la delicadeza”. Cada pieza genera un singular juego poético que se funde con la naturaleza proponiendo discursos cinéticos y vibraciones esencialmente plásticas.