Comisariada por Gabriel Pérez-Barreiro, este proyeto expositivo toma su título del libro Materia Vibrante (2010), en el que Jane Bennett propone una nueva ecología política de la materia y su relación con lo humano que cuestiona la doctrina antropocentrista de la Ilustración, cuando la filosofía creó una jerarquía entre mente y materia, y entre la materia viva y la inerte. En este sentido, las obras de Oyarzún y Vinck repiensan el paisaje desde la contemporaneidad, planteando unas nuevas relaciones que se alejan de ese antropocentrismo para situar a la naturaleza en el centro.
Ambos artistas salen al mundo con la mirada de exploradores, con la que registran lo que nos rodea y afecta. Piedras, ríos, montañas, esculturas, bicicletas, basura: todos merecen el mismo tratamiento y suscitan la misma fascinación visual. Ambos presentan un mundo de materias vibrantes, de una relación de encanto y desenfado con el mundo que nos rodea.
Pérez-Barreiro destaca que Oyarzún y Vinck son autodidactas que trabajan la figuración, el paisaje y el ecosistema: «Esa es su temática. Cuando pienso en ‘materia vibrante’ como concepto visualizo una ‘materia que vibra’ y me parece la mejor definición de su pintura». De hecho, ambos querían exponer juntos tiempo antes de que el comisario se lo propusiera.
La exposición contará con un catálogo que incluirá textos del comisario de la muestra y Constanza Huerta de Soto.