Pradilla alcanzó su mayor éxito en su faceta como pintor de historia –se muestran varias obras de este género–, pero paradójicamente este género es minoritario en su producción. Precisamente el título de la muestra pone de relieve que, además de la herencia pictórica del pasado, también cultivó con éxito el paisaje, el costumbrismo y, en menor medida, el retrato. Alrededor del veinte por ciento de las pinturas, dibujos y acuarelas que se exhiben en la exposición son inéditas y en torno al cuarenta por ciento muy poco conocidas.
Comisariada por Soledad Cánovas del Castillo y Sonia Pradilla, bisnieta del artista, la muestra –que se enmarca en la conmemoración del centenario de su fallecimiento– va acompañada de un catálogo en el que se reproducen las obras expuestas y se dan a conocer numerosas noticias del pintor y su reconocimiento y valoración más allá de España. Los honores y distinciones que recibió en Italia, Francia, Austria y Alemania sentaron las bases de la internacionalización de su pintura, hoy diseminada por museos y colecciones de Europa y América.
Fuerza e intensidad
Aunque aragonés de nacimiento, Pradilla pasó una gran parte de su vida en Madrid. La variedad de géneros representados en esta muestra –paisajes, retratos, escenas mitológicas, poéticas, intimistas y costumbristas– demuestra que fue un creador muy completo y polifacético. También recreó con sus pinceles vibrantes escenas costumbristas de la vida de la ciudad, cargadas de fuerza e intensidad, entre las que El Viernes Santo en Madrid. Paseo de mantillas (1914), que atesora el Museo de Historia, constituye un buen ejemplo.