La intensa luz del Mediterráneo, las escenas llenas de color, los blancos de infinitos matices son los rasgos con los que se identifica a Sorolla y su vasta producción. Sin embargo, el negro, que puede considerarse como la antítesis del color, la oscuridad misma, también está presente de manera notoria en su paleta. De hecho, esta exposición cuestiona la idea de que el negro, y cuanto significa, esté reñido con la poética del valenciano. La propuesta curatorial niega, pues, una gran parte de la tradición crítica en torno a Sorolla, empezando por sus propios contemporáneos.

De hecho, la muestra revela la presencia notoria de este color en su pintura a través de un centenar de obras, de las que parte ya se exhibieron en el Museo Sorolla de Madrid en 2022 mientras que otras se muestran ahora por primera vez al público. Junto con los lienzos, datados entre 1887 y 1920, se exponen otros materiales artísticos y documentales como fotografías, notas de color, un álbum de estampas japonesas y una paleta del pintor.

Realizada con la colaboración del Museo Sorolla y de su Fundación, Sorolla en negro forma parte del programa oficial de la conmemoración en 2023 del centenario del fallecimiento del pintor.

Coincidiendo con la exposición se ha editado un catálogo que reproduce todas las obras expuestas acompañadas de textos del comisario Carlos Reyero, Estrella de Diego e Isabel Cúa.

Modernidad y elegancia

El uso del negro en Sorolla parte de la tradición pictórica española –de su conocimiento de Velázquez, el Greco o Goya– para convertirse en un elemento de expresividad, sugerir estados poéticos y anímicos, y reinterpretarse como un color que traduce la modernidad de su tiempo y su sobria elegancia.

El recorrido expositivo se inicia con los acordes cromáticos de negros y grises en retratos que dotan a la pintura de Sorolla de una personalidad particular, y continúa con el simbolismo y el significado cultural del color negro que impregna la época y la obra del pintor naturalista. También se analiza el nuevo uso de este color que toma forma en el siglo XIX como creador de contrastes radicales y potenciador de otros colores. La muestra finaliza con las monocromías, escenas envueltas en tonos grisáceos o azulados que, lejos de suponer una menor complejidad, implican un singular ejercicio de virtuosismo técnico.