A través de destacados artistas de la modernidad como Picasso, Kandinsky, Miró, Le Corbusier, Raoul Hausmann, Jean Arp, Paul Klee, Georgia O’Keeffe o Alvar Aalto, y otros de las últimas décadas, como Pamela Rosenkranz, Jeremy Deller o Neri Oxman, la muestra pone de manifiesto este diálogo como punto de partida para repensar nuestros vínculos con el mundo de los seres vivos, en un momento en que se encuentra amenazado por múltiples crisis simultáneas.
Las formas de la naturaleza han fascinado a artistas de todas las épocas, quienes han reconocido en animales y plantas la belleza y el misterio, la fuerza y la armonía de la vida. Durante el primer tercio del siglo XX, esta fascinación adquirió un nuevo sentido gracias al desarrollo de las técnicas de fotografía microscópica, que revelaron una dimensión de la vida hasta entonces invisible. De este modo, surgió una estética fascinante basada en la biología de los microorganismos. Fotógrafos, artistas, arquitectos y diseñadores elaboraron nuevos modos de observar y mostrar la naturaleza. La hoja de un helecho, un salto de agua, el fondo marino… se presentaban en composiciones casi abstractas como formas puras, más próximas a la idea que a la materia.
En la segunda mitad del siglo XX, plantas, bosques y paisajes empiezan a formar parte de la obra de arte y surgen movimientos, como el arte povera italiano o el land art estadounidense, que experimentan con los elementos naturales. El conjunto de formas y visiones de la naturaleza del arte del siglo XX ofrece un espectáculo inagotable del que esta exposición da buena cuenta.
En los últimos años, las nuevas tecnologías científicas y la biotecnología han irrumpido en la creación para hacer que emerjan nuevas formas de ecología política y social. Los artistas crean obras con biomateriales o materia orgánica y trabajan con procesos naturales para crear obras conceptuales que evolucionan como organismos vivos. Obras en las que resuenan los problemas medioambientales y la necesidad de preservar nuestro entorno.
Comisariada por Angela Lampe, conservadora del Pompidou, la exposición incluye más de ochenta piezas distribuidas en cuatro ámbitos –Metamorfosis, Mimetismo, Creación y Amenaza– que, en conjunto, hablan de la atracción por las formas orgánicas, el descubrimiento de nuevas formas microscópicas, la creación con elementos naturales y el peligro de un cambio irreversible que termine con su diversidad y belleza.
En suma, Arte y naturaleza. Un siglo de biomorfismo brinda una oportunidad única para reflexionar sobre el pasado y el presente de la relación entre el arte y la naturaleza, así como entre la cultura y la ciencia, a partir de las ricas colecciones del Centre Pompidou.
Pureza y verdad
«La forma sigue a la función» es una frase que se atribuye al arquitecto Louis Henry Sullivan, uno de los padres de la arquitectura moderna. Explica una idea fundamental de la modernidad: las formas están determinadas por su uso. El art nouveau, el modernismo, el modern style o el estilo liberty situaron las formas naturales en primer plano. En España destaca el ejemplo de Antoni Gaudí, que utilizó formas de plantas, animales y estructuras geológicas en sus proyectos de arquitectura y decoración. Pero es en torno a los años veinte y treinta del siglo XX cuando se produce un bum de formas naturales en el arte, la arquitectura y el diseño.
La exposición comienza en torno a 1920. La aparición de formas orgánicas dio lugar al surgimiento del concepto biomorfismo, del griego bios (vida) y morphé (forma). Fue introducido tardíamente por Alfred H. Barr, primer director del MoMA, en una exposición de 1936 dedicada al arte abstracto, para diferenciar las obras que no encajaban en las características del arte abstracto y geométrico propias de aquella época.
En una presentación que renuncia a la categorización didáctica o a la cronología, los visitantes se adentrarán en el universo de la naturaleza, que, en la era digital, parece ser la última muestra de pureza y verdad. La pintura y la escultura aparecen junto a la fotografía y el cine, la arquitectura y el diseño. El diálogo entre diferentes disciplinas transforma la percepción de las obras y crea nuevos significados.