A lo largo de 13 salas, la muestra ofrece más de un centenar de obras cuyo eje es la donación que hizo la artista en 2023 al Museo. Están presentes una selección de las 36 obras donadas y otras procedentes de préstamos, algunas de ellas no vistas hasta la fecha o que se han reconstruido específicamente para la ocasión.
Se pueden encontrar fragmentos de textos escritos por Lootz en diferentes momentos de su trayectoria que ahondan en sus particulares modos de hacer. La exposición incluye pinturas, esculturas, dibujos, instalaciones, vídeos, series fotográficas y obras sonoras. «Diría que el hilo más obvio que atraviesa mi trabajo es el que rodea la pérdida, la desaparición, la huella, el desparrame, el derrame, la presencia de lo negado, el ser agujereado y la imposible congruencia, la brecha entre el lenguaje y lo visible», declaraba la artista en 2007.
La muestra comienza en una sala heterogénea donde conviven piezas realizadas en distintas décadas y elementos que tendrán presencia en todas sus etapas. A finales de la década de 1960, Eva Lootz llega a España desde su Austria natal dispuesta a hacer tabla rasa. Con una primera formación orientada hacia la realización audiovisual, no tarda en convertirse en una artista plástica que rebasa el formato pictórico convencional y comienza a experimentar con diferentes materiales, con la posibilidad de ser arrugados o plegados, de cambiar de estado con el calor, de cubrir, amalgamar, transmitir vibraciones, etc.
En la etapa de, en sus propias palabras, las «papillas elementales», ya en los años 70, se aleja del lenguaje y busca reflejar la literalidad de los materiales, hacer visibles sus propiedades y dejar que ellos mismos se expresen. Coincide con la evolución del arte procesual o antiforma en Estados Unidos y Europa, en el que el proceso de creación tiene tanta importancia o más que el resultado final. Así, trabaja con la lana, el fieltro, el mercurio, la parafina o el cobre. “Supongo que lo que en el fondo quería por aquel entonces era derretir el mundo y a la vez cocinarlo de nuevo. De hecho, no tardé mucho en derretir plomo y en ocuparme del mercurio. Eso me llevó a su vez a interesarme por la arqueometalurgia y la minería, por ese peculiar teatro que la extracción de minerales y piedras despliega en el paisaje”.
Con el tiempo, además de la literalidad de los materiales, introduce la materialidad del lenguaje como elemento conformador que deja restos. Van apareciendo en su trabajo fragmentos del cuerpo u objetos que funcionan como prótesis de entidad ambigua.
Nueva ceguera
La instalación A Farewell to Isaac Newton, Un adiós a Isaac Newton (1994/2016), ubicada en la segunda sala, hace alusión a la ruptura de la visión mecanicista del mundo que propugnaba el científico. Una habitación blanca con el suelo cubierto por arena de mármol atravesado por una pasarela que invita a un viaje solitario. Con ella, la artista se pregunta cómo aprender a ver de nuevo en un mundo donde la sobreexposición a imágenes nos introduce en una nueva ceguera. “Es un escenario sin actores, un paisaje desplegado en el interior de una sala. Un lugar para un paseo solitario. Un apunte para una meteorología de lo blanco, que envuelve al espectador por todas partes, a punto de producirle la ceguera que produce la nieve”, explica.
Al blanco cegador de esta sala le sigue un espacio oscuro donde se aborda también el fenómeno de la visión a través de dos vídeos que se proyectan en bucle: No es más que un pequeño agujero en mi pecho (2004), donde se ve caer la arena en un recipiente de forma que la imagen recuerda a un ojo, y Blind Spot (Ángulo ciego, 2005). “¿Dónde comienzan, dónde acaban los ángulos ciegos de la visión? ¿Cómo emerge de pronto lo que antes pasaba sin ser visto? Y este es mi punto de partida. ¿Se puede acceder a lo que está en el punto ciego? (…) Lo mío es el método del rabillo del ojo”, escribe Lootz.
Agua, ríos…
En 2005, empieza a desarrollar su trabajo relacionado con los ríos, el proyecto “Hidrografías”, que implica no solo el estudio de las cuencas hidrográficas de la península, especialmente la del río Guadalquivir y del Ebro, así como las transformaciones de su curso a lo largo del tiempo, sino también la defensa del acceso público a los recursos hídricos y la lucha contra la privatización del suministro del agua.
En el curso de este trabajo, incorpora procedimientos digitales a partir de datos históricos que permiten la creación de esculturas basadas en archivos 3D. Con la digitalización aparece una nueva visibilidad a través de la extracción de datos y su elaboración, lo que se conoce como minería de datos. A partir de consultas bibliográficas, extrae los datos y, con ellos y la ayuda de un informático, genera un archivo 3D que, gracias a las actuales máquinas de corte de control numérico, plasma en mármol de Macael. Dos de las esculturas versan sobre el Bajo Guadalquivir y la tercera es sobre los embalses y las presas construidas en su cuenca a lo largo del siglo XX.
Los nudos, una constante en la investigación matemática, filosófica, psicológica y en la ciencia en general, son un elemento importante y reiterativo en el trabajo de Eva Lootz. En esta exposición se muestran varias series de dibujos y la videoinstalación de doble pantalla Entre manos (2011), donde se estudia el juego de los cordeles, presente en muchas culturas, que conjuga el cuerpo, la memoria y el lenguaje.
El lenguaje y las lenguas son otro elemento constante en su trabajo, y lo plasma de muy diversas maneras: La lengua de los pájaros es una pieza sonora que reproduce las Ornitofonías en Valsaín (2001), un intento de diálogo entre un flautista y los pájaros del bosque, que la artista ya utilizó en una exposición en 2002 en el Palacio de Cristal del Retiro de Madrid. La audición La agonía de las lenguas (2020) tiene que ver con aquellas que se están perdiendo, concretamente en territorios sujetos a la pervivencia de dinámicas coloniales.
Su preocupación por la historia y el papel de las mujeres se refleja también en su obra. El fondo indiferenciado de la consciencia (2018-19), Camisa de invierno (1993) o Endless Task, Tarea infinita (1990), en la que 10 manos de bronce sujetan un embudo de metal por el que cae cisco de carbón. Con ellas, Eva Lootz expresa las preguntas que le surgen en torno a las mujeres, la subjetividad o la femineidad.
– Hoja de sala: Eva Lootz. Hacer como quien dice: ¿y esto qué es?