La muestra toma la figura de Joaquín Sorolla (1863-1923) como hilo conductor, y permite al visitante observar la formación del costumbrismo y el modernismo, y sumergirse en el color, la atmósfera y la luz mediterránea a través de la obra de uno de los artistas españoles más internacionales y de su estela.

De hecho, se articula a través del discurso escrito por Sorolla en 1914, cuando fue nombrado miembro de la Real Academia de San Fernando, y que nunca pudo leer ante la corporación, donde abordaba el renacer de la pintura valenciana, «que tantos beneficios aportó a España», y recuerda a sus maestros y referentes.

Justo homenaje

Que el MUREC dedique su primera muestra temporal a la producción de Sorolla y sus coetáneos es un justo homenaje a unos artistas que en gran medida fundamentan la tradición moderna del realismo español.

 

Comisariada por Francisco Javier Pérez Rojas, el germen de este proyecto expositivo, organizado por la Fundación de Arte Ibáñez Cosentino en colaboración con la Diputación de Almería, está en la muestra que el comisario organizó para el Museo de Bellas Artes de Alicante en enero de 2023, si bien ésta del MUREC incluye un mayor número de obras de Sorolla.

En concreto, incluye 43 obras del maestro, junto a otras tantas de artistas cercanos, planteando un diálogo entre las distintas generaciones de artistas valencianos, en el que participan figuras como Joaquín Agrasot, Francisco Domingo, Ignacio Pinazo, Emilio Sala, Manuel Benedito, Antonio Esteve, José Benlliure, Francisco Pons Arnau, Cecilio Pla, María Sorolla o Antonio Muñoz Degrain, entre otros.

Presenta, así, una selección de artistas que conformaron la pintura valenciana en los años juveniles de Sorolla, artistas coetáneos, una selección de sus discípulos y, por último, los jóvenes de las generaciones siguientes que definieron una línea que va del sorollismo al antisorollismo.

La secuencia o trama de las obras permite dibujar un arco cronológico que comienza con trabajos académicos y pintura de historia de la primera época de Sorolla y de otros artistas referentes; continúa con escenas costumbristas y de tipo social, y finaliza con un conjunto de paisajes que en algunos ejemplos condensan la opción más moderna y experimental de sus autores.

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Varias exposiciones en una

Vista de la exposición ‘Sorolla y el renacimiento de la pintura valenciana’.

Sorolla y el renacimiento de la escuela valenciana se despliega en la imponente sala del artesonado del antiguo Hospital Santa María Magdalena, pero, más que una exposición, son varias perfectamente imbricadas que permiten al visitante aproximarse al gusto y a la realidad artística de la época, con Sorolla, “maestro de los maestros”, como eje vertebrador de un discurso que se articula en cuatro ámbitos:

– Maestros y referentes e inicios. A partir del concepto renacimiento y siguiendo al propio Sorolla y su discurso académico, se cristaliza la creación de un conjunto de creadores, de notable personalidad, en el marco de la imperante corriente realista.

– Entre el costumbrismo y la inquietud social. Destaca la aportación de Sorolla y el desarrollo de la pintura social en España de la mano de los artistas valencianos de finales de la década de 1880. La pintura de costumbres rurales suele considerarse como un género que rompe la jerarquía académica de valores, pero no es menos cierto que será, con el tiempo, también potenciada desde los organismos oficiales, ocupando parte del vacío que deja la pintura de historia.

– El caleidoscopio luminoso de los retratos. A partir de 1840, su demanda tiene una ramificación social más amplia, siendo objeto de un mayor reconocimiento y protagonismo en el marco político y cultural de la nueva sociedad burguesa.

– Agreste, rural y urbano. Concibe el paisaje pictórico como reflejo de una realidad geográfica, que define y condiciona la personalidad de los pueblos, el tipo de vida de sus moradores y su carácter, que se desarrolla a mediados del siglo XIX con el realismo y la difusión del pensamiento positivista. Casi todos los pintores valencianos de estas décadas abordaron con maestría la pintura de paisaje, pero fue Sorolla quien introdujo con audacia los torrentes de luz del paisaje mediterráneo.