Esta presentación final toma como punto de partida la memoria contenida en el mismo espacio de la Fundació Antoni Tàpies, ahora Museu Tàpies. Reflexionando sobre algunos proyectos que han marcado la historia de la institución, la muestra propone un recorrido no lineal por sus ocho décadas de trayectoria, articulado en torno a distintos ambientes que establecen relaciones más allá de la cronología.

Cuando Tàpies afirma, por ejemplo, «¡comencé pintando ojos y acabaré pintando ojos!», parece aludir precisamente al tiempo cíclico o espiral que compone el conjunto de su obra, en el que motivos, materiales y formatos se repiten a lo largo de los años, siempre con diferencias relevantes.

Más que cada obra por separado, son los múltiples vínculos de las obras entre sí —latentes desde el momento de su creación en el estudio y ahora recuperados al exhibirse juntas— los que ofrecen claves para comprender la complejidad y la actualidad de su práctica.

Ser útil

La práctica del arte era una idea clave para Tàpies. El artista relacionaba su obra con las prácticas de las filosofías y religiones orientales como el taoísmo o el budismo zen, que hacen énfasis en el cambio constante y la necesidad de actuar desde la no-acción, ya que todo está interrelacionado y el equilibrio surge del reconocimiento de la imperfección.

Su trabajo se centraba en conseguir un efecto de transformación y toma de conciencia, tanto del individuo como de la colectividad. Su objetivo era lograr una reacción en el espectador que favoreciese un cambio social y político. Por esta razón se oponía a las formas de poder establecidas y alentaba la rebelión.

Su arte iba dirigido a los grupos marginados, a los que quería dar voz. En una entrevista de 1971,afirmaba: «Me preocupa mucho no ser de ninguna utilidad a la sociedad que me rodea. Y todo mi esfuerzo ha ido dirigido a romper, lo más posible, el círculo en que me encuentro y que me separa de la gran masa».

Esta conciencia se revela también en su faceta como coleccionista, editor, escritor, activista social y político, y en su participación en proyectos sociales.

 

Comisariada por Manuel Borja-Villel, esta exposición incluye una selección de obras que abarcan de 1943 a 2011, desde los primeros autorretratos hasta los últimos trabajos, marcados por la preocupación por la muerte, pasando por las obras matéricas, políticas y, también, las más íntimas, como la Sèrie Teresa, dedicada a su esposa.

La muestra se plantea como un ensayo visual dividido en cinco ámbitos, cada uno de los cuales explora una idea recurrente en su obra, como el paso del tiempo, el cuerpo y la memoria, la relación entre la materia y lo místico, la identificación con el objeto, y la capacidad de transformar la realidad. Todo ello vinculado a la noción de práctica del arte como método de reflexión e interpretación del mundo.

Lo informe

Se inicia con dos obras que, según el propio artista, marcaron su trayectoria: Núvol i cadira (1990), del Museu Nacional d’Art de Catalunya, y Pintura mural (1943), una de sus primeras obras, creada en las paredes de la casa familiar.

Tàpies decía: «Yo era y soy consciente de que nada tiene sentido, y de que, en todo caso, el sentido de las cosas hay que irlo fabricando nosotros mismos». Al igual que otros artistas de su generación, estaba profundamente interesado en lo que podía llamarse la poética de lo informe: el espacio del vacío y el silencio, el gesto y la huella, la materia y el objeto.

En su obra, la materia se convierte en protagonista y muestra la vulnerabilidad de todo sistema de representación. Las primeras obras matéricas estaban en diálogo con lo informal, pero también se relacionaban con su interés por las filosofías y religiones orientales y con su inquietud por la ciencia y la evolución de la tecnología. En una entrevista con Borja-Villel de 1995 afirmaba: «Por lo que respecta a mi trabajo y al de mi generación creo que el error consistió en la actitud de muchos críticos de separar el arte de lo que ocurre en el mundo».

El reconocimiento de que la materia es a la vez polvo y deshecho —la parte más básica del mundo y el resultado de un proceso de descomposición— es uno de sus temas centrales. El objeto surge de un encuentro fortuito de materiales y formas que permite que el espectador se percate de su propia corporeidad y de su condición de objeto. Tàpies decía: «La verdadera realidad no es la que estamos viendo. La verdadera realidad se puede intuir».

En sus obras matéricas y objetuales, la materia está cargada de fuerza expresiva y acerca al espectador la dimensión más profunda de la realidad. La poética de lo informe de Tàpies apunta a la posibilidad de un orden más allá de lo que podemos ver o comprender. Esta poética no solo busca representar la realidad, sino también cuestionar su representación.

Lo místico

La relación entre la materia y lo místico es otro de los ejes temáticos de esta exposición. La obra de Tàpies refleja una búsqueda espiritual, una exploración de lo inefable, de lo que no se puede nombrar ni representar. Su arte se caracteriza por la tensión entre lo visible y lo invisible, entre la presencia y la ausencia. Él mismo afirmaba: «El arte es un medio para llegar a lo más profundo de uno mismo, a lo más profundo del universo».

La identificación con el objeto es un elemento esencial en su obra. Este se convierte en un mediador entre el espectador y la realidad. El objeto es, a la vez, un signo y un símbolo, una representación y una presencia real. Su obra desafía la noción de representación e invita a experimentar la realidad de una manera diferente. La capacidad de transformar la realidad es uno de los objetivos principales de su obra: «El arte debe ser un instrumento de cambio, de transformación».

Esta muestra invita a reflexionar sobre la relación entre el arte y la realidad, sobre su capacidad para transformar nuestra percepción y nuestra experiencia del mundo. La práctica del arte, para Tàpies, es un acto de resistencia y de transformación, una forma de cuestionar la realidad y de abrir nuevas posibilidades de interpretación y de acción.

El proyecto expositivo se completa con una programación pública y educativa, así como un catálogo con textos del comisario, de Cathleen Chaffee, de Carlos Guerra y de Pedro de Llano Neira, y fragmentos de las entrevistas del comisario con Tàpies, de 1995, y de Barbara Catoir, de 1988, además de una revisión de su trayectoria a través de documentos clave.

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