Es frecuente que las obras de Lacalle contengan referencias escondidas tras los paisajes de brillante colorido por los que es reconocido. De hecho, él mismo explica que siempre intenta dotar a estas escenas de un significado más profundo, utilizándolas como excusa para reflexionar. En definitiva, aunque sus bosques muestren belleza no es lo que persiguen: quieren ir más allá e invitar a pensar. Para conseguirlo suele apoyarse en referencias y guiños a otras disciplinas como la literatura.

«Hasta ahora –explica el artista– siempre se podía descubrir un rastro de lo humano en mis paisajes. El verdor terrible sigue siendo el título de una serie de paisajes pero con una pequeña diferencia. En estos trabajos, ese rastro humano que he abordado en el pasado ahora es imperceptible. Como paisajista, trato los temas que me interesan de manera tangencial. Es todo un viaje que solo toca la masa del contenido en un solo punto. Todo el trabajo ha sido elaborado para este momento imperceptible de contacto. No hablaré de contenido. Con las obras de esta exposición es como si estuviera cartografiando la idea. Destellos de la idea en diferentes momentos».

 

En esta muestra, el pintor sustituye el lienzo por el papel, explorando los matices del verde en una versión distorsionada de la naturaleza. Pero no solo supone un cambio en los materiales empleados por Lacalle, sino que revela su proceso creativo, que utiliza el papel como espacio de experimentación antes de abordar los lienzos.

Para Lacalle, «estas acuarelas no cuentan una historia propia. Lo que está en juego aquí es la relación entre los colores, la relación de los colores con las formas de la vegetación y la relación de estas últimas con las rocas. El contenido se organiza según el punto de vista: arriba, abajo, lejos, cerca. Esta concisión argumentativa se realiza con acuarela, un medio que permite inmediatez en la ejecución pero que dificulta corregir errores mientras se avanza en la obra. Es difícil corregir, y eso es lo interesante».


Esta exposición hace patente la influencia de la literatura, una constante en la obra de Lacalle. “Por las mañanas pinto, por las tardes leo”, una frase que describe la manera en que combina ambas disciplinas en su práctica artística.

Admirador de autores como Fernando Pessoa o Franz Kafka, en esta ocasión toma el título de la muestra del libro Un verdor terrible de Benjamín Labatut (Anagrama, 2020). Las narraciones incluidas en esta obra singular y fascinante tienen un hilo conductor que las entrelaza: la ciencia, con sus búsquedas, tentativas, experimentos e hipótesis, y los cambios que –para bien y para mal– introduce en el mundo y en nuestra visión de él.