A través de una selección de manuscritos, fotografías, objetos personales y testimonios, la muestra ilumina las múltiples facetas de su prolífica carrera, presentando un total de 256 piezas, de las cuales 99 pertenecen a la propia Biblioteca. Un recorrido cronológico que sitúa a Lejárraga en distintos contextos que permiten explicar el significado global de su figura en la convulsa época que le tocó vivir: sus comienzos como escritora, principalmente dramaturga; su incorporación al panorama político de la España de los años treinta, donde fue elegida diputada; su papel durante la Guerra Civil desde el extranjero; su dramático exilio y su último resurgir en Argentina, cumplidos ya los setenta años, donde murió en 1974.

Lejárraga fue una mujer de espíritu libre y mente inquieta, comprometida con la educación y la emancipación femenina. Destaca especialmente su activismo feminista, que se acrecentó a partir de 1914, cuando fue nombrada secretaria del Comité Español para la Organización del Congreso de la Alianza Internacional para el Sufragio de la Mujer, y su participación en organizaciones como el Lyceum Club y la Asociación Femenina de Educación Cívica. En 1918 fue también una de las fundadoras de la Unión de las Mujeres de España, organización pionera que luchó por la igualdad de derechos y oportunidades.

Desde muy joven mostró una innata pasión por la literatura y un talento excepcional para la escritura. Sin embargo, la vida de Lejárraga estuvo marcada por su situación personal y las limitaciones impuestas a las mujeres de su época. A pesar de su indudable talento, ocultó su nombre tras el de su marido, Gregorio Martínez Sierra, en la firma de casi todas sus obras. Gracias a documentos originales y testimonios de la época se pone en valor su verdadera autoría en trabajos que marcaron el panorama cultural de su tiempo, como el libreto de El amor brujo, escrito en colaboración con Manuel de Falla.

«¿Está de actualidad María Lejárraga? Yo tengo claro que sí. En lo político, en su defensa del feminismo e, incluso, en la temática de muchas de sus obras, y de ahí la necesidad de esta exposición, donde por fin podremos entender, en toda la amplitud, la figura de esta riojana», señala Carmen Domingo, escritora, dramaturga y comisaria de la muestra.

Legado

La muestra no solo recupera la memoria de una mujer que fue silenciada, también rinde homenaje a su contribución a la literatura, el feminismo y la política española. Un testimonio de su vida, de sus logros y de las injusticias que enfrentó, y una invitación a reflexionar sobre la importancia de reconocer el legado de figuras como la suya en la historia cultural española.

 

Entre las piezas expuestas hay primeras ediciones de algunas de las obras que hicieron de ella una de las dramaturgas de más éxito de la historia de España, no solo en los teatros más prestigiosos de nuestro país sino también en los de Europa, Hispanoamérica y Estados Unidos. También se incluye el documento en el que Martínez Sierra reconoce la coautoría de Lejárraga en todas sus publicaciones.

La muestra subraya, además, su relación con destacados intelectuales y artistas de la época, como Juan Ramón Jiménez, Rubén Darío, los hermanos Álvarez Quintero, Jacinto Benavente, Eduardo Marquina, Ramón Pérez de Ayala, Matilde de la Torre, José María Usandizaga, Manuel de Falla, Joaquín Turina o Santiago Rusiñol, destacando la influencia que ejerció en el ámbito cultural y su papel como puente entre la literatura y el teatro.

La última sección se centra en el exilio, su vida en países como Francia, México y Argentina, y su continua labor como escritora bajo el seudónimo de María Martínez Sierra. La lejanía de su patria no apagó nunca su voz, más bien reforzó su compromiso con los valores democráticos y la justicia social, reflejando su resiliencia y tenacidad frente a la adversidad.

María Lejárraga: una voz en la sombra (1874-1974) ha sido organizada por la Biblioteca Nacional de España, el Ministerio de Política Territorial, Memoria Democrática y Acción Cultural Española (AC/E). Cuenta, además, con la asesoría científica de Antonio González Lejárraga.