El duende de Federico García Lorca (1898-1936) y su mirada a través de la infancia atraviesan una muestra que su comisario presenta como una «antropología política en clave poética de las emociones que trascienden lo individual e ingresan en el terreno de lo colectivo».
El título procede de un verso del Romance de la luna, luna, el primer poema del Romancero gitano de Lorca, cuyo manuscrito original se encuentra expuesto en la primera sala, que encabezan los versos: «El niño la mira, mira […] la está mirando…».
«Al final hay que dedicarlo todo a los niños», considera Didi-Huberman. «No se trata ni de culto a la ingenuidad, ni de creencia en la pura inocencia. Los niños están en la encrucijada: buscan un lenguaje entre lo real y lo imaginario… Bajo las bombas, los niños aún son capaces de utopía».
De los versos de Lorca que se incluyen en cada capítulo surge una muestra que para el comisario es un juego sobre las emociones que aglutina obras de diferentes etapas y artistas, para investigar el poder de las imágenes cuando se combinan y convergen.
Organizada por el Reina Sofía y el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), en la exposición se pueden ver pinturas, esculturas, fotografías, instalaciones, audiovisuales o, incluso, documentación del siglo XVI. Entre los artistas presentes están, entre muchos otros, Hans Bellmer, Ruth Berlau, Salvador Dalí, James Ensor, Lucio Fontana, Alberto Giacometti, Johann Wolfgang von Goethe, Francisco de Goya (del que se exponen tres dibujos originales y nueve grabados), Víctor Hugo, Käthe Kollwitz, Charles Le Brun, Corinne Mercadier, Óscar Muñoz, Joan Miró, Pablo Ruíz Picasso, Auguste Rodin, Tatiana Trouvé, Única Zürn o Waad Al-Kateab.
Del total de obras expuestas, 33 pertenecen a la colección del Museo. Entre los préstamos más destacados están tres dibujos originales de Goya que presta el Museo del Prado; el manuscrito original del Romance de la luna luna que viene de una colección privada; siete obras de la Fondation Giacometti; ocho dibujos de Goethe del Klassik Stiftung de Weimar; una escultura de Rodin y numerosas fotos de época del Musée Rodin; una obra de Gerhard Richter del Museum Morsbroich y cuatro dibujos de Víctor Hugo de la Maison Victor Hugo. Además, varios archivos y bibliotecas internacionales han colaborado con el préstamo de numerosos ejemplares procedentes de sus fondos: Biblioteca Nacional de España (12), Bibliothèque Nationale de France (15), la Staatsbibliothek zu Berlin (15) y el archivo de la Akademie der Kunste de Berlín (14).
Tras su paso por Madrid, la exposición viajará al Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB).
– Hoja de sala: «En el aire conmovido…»
– Poemas recitados en la instalación «Treís ánemoi tou Aiólou»
Libres asociaciones
Didi-Huberman plantea su exposición como un juego de libres asociaciones que da lugar a un recorrido articulado en siete capítulos o bloques temáticos inspirados y encabezados todos ellos por distintos versos del poeta granadino. La canción de Camarón de la Isla Nana del caballo grande, que toma también su letra de un poema de Lorca, se escucha en la entrada de la muestra que se extiende a lo largo de 14 salas.
Estas siete secciones indagan en la dimensión potencialmente transformadora de la emoción y en su capacidad para alterar y buscar la alteridad.
El capítulo Pensamientos da cuenta de cómo a la hora de abordar la experiencia de la conmoción se pueden aplicar dos enfoques: generar sistemas taxonómicos que permitan clasificar las emociones y controlarlas; o intentar comprender como pasan de un sujeto a otro haciendo del aire ambiental un espacio que tiembla, un «aire conmovido».
En Caras y Gestos, donde se incluyen obras de Rodin, Giacometti, Dalí o Zürn, entre otros, desempeña un papel central la noción psicoanalítica de «síntoma», ese acontecimiento que expresa un dolor proveniente de alguna profundidad, ya sea psíquica o corporal, que al desencadenarse trastorna la realidad en su totalidad.
En Sitios se ponen de manifiesto las limitaciones de la concepción cartesiana de espacio y la irrupción de la emoción en este con obras de Ensor, Trouvé, Miró o Fontana. La potencia de la emoción de encarnarse en lo social, de convertirse en acción de masas y poder, cuyo efecto transformador puede generar nuevos agenciamientos sociales pero también utilizarse para legitimar y vehicular nuevas y viejas formas de violencia, represión y dominio, se examina en Políticas a través de los trabajos de Pasolini, Kollwitz, Brecht, Goya o supervivientes del bombardeo de Hiroshima.
Como prólogo y epílogo de la muestra, la sección Infancias reivindica la fuerza poética y política de la inocencia asumiendo su naturaleza contradictoria y poliédrica. Porque el niño, con su caos y sus miedos, ve a menudo el mundo mejor que el adulto, traspasando la superficie de las cosas y enfrentándose a la realidad desde una ética insumisa.