Para el comisario de esta retrospectiva, Ulrich Pohlmann, difícilmente habrá otro fotógrafo que en el siglo XX haya creado una obra tan rica y variada. Fotoperiodista, fotógrafo artístico y retratista, creó composiciones atemporales y marcó el estilo de las generaciones posteriores de fotógrafos. Captó encuentros y situaciones espontáneas y se convirtió en uno de los representantes más importantes de la fotografía callejera. Sus obras, muchas de ellas convertidas hoy en iconos, muestran algunos de los acontecimientos más relevantes del siglo XX.
La muestra, fruto de un intenso trabajo con el archivo de la Fondation Henri Cartier-Bresson de París, propone un viaje en el tiempo que permite apreciar algunas de las transformaciones de carácter social, político y artístico del pasado siglo y, por añadidura, de la evolución de la propia fotografía.
A lo largo de su trayectoria, Cartier-Bresson desarrolló distintos estilos y abordó multitud de temas. Su actividad como fotógrafo tuvo también reflejo en la política, un aspecto que esta muestra pretende poner de relevancia y que hasta ahora había quedado en un segundo plano.
El recorrido por la exposición, dividido en 10 secciones de carácter temático a la par que cronológico, pretende reconstruir el contexto original de algunas de sus fotografías. En concreto, se muestran 240 copias originales de plata en gelatina pertenecientes a la Fondation -prohibió que tras su muerte pudieran hacerse copias de sus imágenes-, que se acompañan de una selección de sus publicaciones en revistas y libros, además de una película y dos documentales realizados por el propio autor.
«Soy un hombre visual. Observo, observo y observo [I watch, watch, watch]. Entiendo las cosas a través de los ojos»
(Henri Cartier-Bresson, An Island of Pleasure Gone Adrift. Life. 1963)
1. Nueva Visión y surrealismo. En busca del azar objetivo. Alrededor de 1926, Cartier-Bresson había conocido a René Crevel, por cuya mediación empieza a frecuentar los círculos surrealistas. De esos contactos conservará algunos motivos del imaginario surrealista y, en concreto, la idea del «azar objetivo». Tras viajar a África en 1931 decidió dedicarse por completo a la fotografía. Con ángulos y perspectivas inesperados, la reproducción de texturas visuales y el aislamiento y la fragmentación de los sujetos fotografiados, sus primeras obras adoptarán las características esenciales de la Nueva Visión, una de las grandes corrientes de la fotografía en las décadas de 1920 y 1930.
2. Horas oscuras, instantes luminosos. Primeros reportajes políticos y testimonios de la guerra. Hacia mediados de la década de 1930, sus obras ya habían alcanzado cierto reconocimiento a través de exposiciones y publicaciones. A partir de 1938, su incursión en el cine le llevó a dirigir tres documentales sobre la Guerra de España. Al mismo tiempo trabajaba como fotorreportero para la prensa comunista francesa y publicaba con regularidad en la revista ilustrada Regards y en el diario Ce Soir. Para sus reportajes se centró en las series más que en instantáneas individuales. En junio de 1940 es capturado por las tropas alemanas e internado en un campo de prisioneros. En 1943, en su tercer intento de fuga, logra escapar y retoma de inmediato su actividad como fotógrafo.
3. India y China. Sociedades en transición. Tras la guerra dejó de interesarse por la fotografía surrealista. Se volcó en el fotoperiodismo y, como miembro fundador de Magnum Photos, en 1947 quedaron a su cargo los proyectos en Asia. India alcanzó la independencia en ese mismo año. Bajo dominio británico, el subcontinente había quedado dividido en dos: Paquistán, predominantemente musulmán; y la India, hinduista. Mahatma Gandhi, que había tratado de apaciguar y solucionar el conflicto, fue asesinado en enero de 1948. Cartier-Bresson había retratado poco antes al líder en Delhi. Fotografió también la región de Cachemira, que se disputaban ambos países, y el campo de refugiados de Kurukshetra, imágenes que presentan un marcado contraste con el reportaje sobre las pomposas celebraciones del cumpleaños del marajá Baroda. En 1948 viajó a China por encargo de la revista Life y capturó los últimos meses del régimen del Kuomintang. Diez años más tarde regresó al país para documentar los cambios en la agricultura, la industria, la sanidad y la educación.
4. Comunismo y humanismo. En tiempos de la Guerra Fría. En 1954, Cartier-Bresson fue el primer fotógrafo occidental en visitar la Unión Soviética y en reflejar la vida bajo el régimen comunista. Si bien sus fotografías se publicaron en varias revistas internacionales, la crítica las tachó de trivializar las condiciones del país. En 1962, un año después de la construcción del Muro de Berlín, entró en Berlín Este. Se centró en la vida cotidiana y fotografió desde un paisaje urbano todavía dominado por pilas de escombros a paseantes vestidos a la moda en la avenida Kurfürstendamm y el drama humano que se vivía en la frontera entre las dos Alemanias. En otoño de 1962 se trasladó a Cuba durante cinco semanas con motivo de la crisis de los misiles. Allí retrató a Fidel Castro y al Che Guevara y documentó la omnipresente propaganda socialista y la Cuba tradicional.
5. America in Passing. La América en blanco y negro. A partir de 1947 viaja con frecuencia por Estados Unidos, cuando las leyes de segregación racial estaban todavía en vigor. Capturó manifestaciones de negros en contra de la desigualdad y a favor de un cambio social. También retrató a figuras clave del movimiento de defensa de los derechos civiles, como Malcolm X y Martin Luther King Jr. En los años de la posguerra, muchas familias se trasladaron desde los estados del sur y el Caribe a Nueva York. El artista fotografió la diversidad de barrios como Harlem, foco de una floreciente vida cultural. En los estados del sur se concentró en varios aspectos de la vida diaria bajo las leyes de segregación. Además de imágenes del trabajo físico pesado, los conflictos y las tensiones, a menudo captó también momentos de orgullo y determinación, pero no se centró solo en la vida de los afroamericanos, también captó la vida de la población blanca. En 1991 publicó un resumen de sus viajes por Estados Unidos en el libro America in Passing.
6. Hombre y máquina. Fotografías de trabajo industrial. A partir de la década de 1950 se interesó por la relación entre el ser humano y las máquinas, tal y como se puede ver en las imágenes incluidas en la publicación Man and Machine de 1968. Estas fotografías no reflejan una idealización por el trabajo, tampoco una crítica a las condiciones laborales. En lugar de ello se centró en la relación simbiótica entre humanos y máquinas. Las imágenes de trabajo industrial contrastan con sus fotografías de las actividades de ocio.
7. Rituales del poder. Manifestaciones. Desde 1930 comenzó a interesarse por el comportamiento de las masas en acontecimientos deportivos, manifestaciones o actos políticos. Como mudo observador, evitó tomar partido y destacó que no tenía ninguna motivación política. A pesar de ello, el espectador advertirá siempre una simpatía subyacente por los actos de rebelión.
8. Mundos urbanos. Fotografías callejeras. Cartier-Bresson siempre ha sido célebre por sus fotografías callejeras. Con su lema «pillar la vida en el momento», reflejó la omnipresencia de carteles publicitarios y de pasquines y eslóganes políticos en el espacio público. Le interesaba especialmente situar a las personas en yuxtaposición con tales signos visuales, creando a menudo escenas casi surrealistas. Además, exploró el fenómeno del consumismo global, evidente por ejemplo en las escenas de transeúntes fascinados ante los artículos expuestos en escaparates. Aunque el centro de interés de su fotografía fue siempre el ser humano, en ocasiones también fijó su atención en motivos arquitectónicos.
9. Retratos. Humanismo en el arte de disparar fotos. Las personas fueron siempre el centro de sus fotografías. Realizaba sus retratos permaneciendo en un segundo plano, observando, esperando al «instante decisivo» que revelase la personalidad de su modelo. Completó su primera gran serie de retratos de artistas y escritores tras escapar del campo de prisioneros alemán. Son imágenes íntimas que permiten captar la vida interior de los modelos. En estas composiciones, las figuras ocupan solo una pequeña parte en comparación con el fondo narrativo.
10. Reportajes de viaje. A lo largo de su carrera viajó por casi todo el mundo. En 1951 visitó Basilicata, una región montañosa del sur de Italia donde una parte de la población local vivía todavía en cuevas. Entre 1952 y 1953 pasó varias semanas en Hamburgo, una ciudad que todavía mostraba las cicatrices de la guerra. A mediados de la década de 1950, el franquismo fue abriendo España al exterior. Cartier-Bresson recorrió Castilla en 1953. Enviado por la revista Holiday visitó Madrid, Burgos y Segovia antes de llegar a Pamplona.
Esta exposición ha sido organizada por Fundación MAPFRE y el Bucerius Kunst Forum en colaboración con la Fondation Henri Cartier-Bresson.
Peripecia vital
Pintor, dibujante, cineasta, antropólogo y humanista, y por supuesto fotógrafo, Henri Cartier-Bresson nació el 22 de agosto de 1908 en Chanteloup-en-Brie, al norte de Francia. Hijo de una familia de empresarios textiles, comenzó a dibujar desde muy pequeño. Con tan solo 18 años, su creatividad y espíritu aventurero le hacen romper con el negocio familiar para estudiar en el taller del pintor André Lothe. Por aquel entonces París era una fiesta, el movimiento surrealista estaba en pleno desarrollo y Cartier-Bresson se rodea de amigos que le introducen en ese ambiente de magia y sueños.
En octubre de 1930 viaja a África; a su vuelta decide convertirse definitivamente en fotógrafo. Viajero infatigable, en 1933 cruzó en dos ocasiones la frontera con España. La primera vez en primavera, y la segunda en otoño, enviado por la revista parisina Vu para fotografiar las elecciones. En noviembre y diciembre de este mismo año, el Ateneo de Madrid celebró su primera exposición individual en España. En aquel período, e influido por el surrealismo y la Nueva Visión, realiza algunas de sus fotografías más célebres. Simpatizante del Partido Comunista, se involucró en la Guerra de España y en 1938 rodó en Madrid y sus alrededores la película Victoria de la vida, que documentaba la atención médica que los soldados republicanos recibían en los hospitales.
En 1940, en plena Segunda Guerra Mundial, es hecho prisionero por los alemanes y enviado a un campo de trabajo. A su regreso, tres años después, se une a la Resistencia, hace fotos de la liberación de París y trabaja en una película sobre la vuelta de los prisioneros de los Campos de Concentración.
En 1947, el Museo de Arte Moderno de Nueva York le dedica una retrospectiva; poco después funda con Robert Capa, George Rodger y David «Chim» Seymour, entre otros, Magnum. En esta agencia cada uno podía conservar los derechos sobre sus propias fotografías y elegir libremente los reportajes en los que trabajar. Desde este año hasta principios de la década de 1970 combina su trabajo como fotorreportero con obras más personales.
Sus estancias en distintos lugares de todo el mundo le permitieron capturar algunos de los acontecimientos más importantes de la historia del siglo XX: la muerte de Gandhi, la subida al poder de Mao, la Unión Soviética durante la Guerra Fría, la crisis de los misiles o la vida de los cubanos tras la llegada de Fidel Castro.
En 1970, el Grand Palais de París organiza una exposición centrada en el viaje que había realizado por todo el país el año anterior. Además, la cadena de televisión CBS News le encarga sendos documentales sobre Estados Unidos. En 1972 retoma el dibujo sin abandonar su actividad como fotógrafo y comienza a distanciarse de Magnum.
En 1987 se inaugura en el MoMA de Nueva York la exposición Henri Cartier-Bresson: The Early Work; y en 2003, la Bibliothèque Nationale de France presenta la retrospectiva De qui s’agit-il?. En mayo de ese mismo año abre sus puertas en París la Fondation Henri Cartier-Bresson.
El artista fallece en su taller de Montjusin, en la Provenza, el 3 de agosto de 2004.