Hasta 1960, realizó obras en las que agregó diferentes texturas, colores sobrios —negros, blancos y tonos tierra— y nuevos materiales tales como arenas de río. Desde 1963 y durante casi veinte años, produjo su serie El hombre y la ciudad para describir un entorno angustioso y agobiante producto de la creciente industrialización y del desarrollo económico que experimentaba el país. Ya en los años ochenta, volvió a la abstracción, realizando entre 1986 y el año de su muerte sus series Fondos Submarinos, Cometas y Escudos, donde experimentó de nuevo con la materia y el gesto con la intención de traducir al soporte el movimiento, inspirándose en el cosmos o el mundo de las profundidades del mar y utilizando el círculo y el rectángulo como protagonistas.
Ahora, una exposición en el IVAM Centre Julio González trata de desmenuzar y profundizar en los distintos fragmentos de esta trayectoria a través no solo de sus propias palabras y escritos, sino del estudio y seguimiento de su proceso creativo. Proporciona, por lo tanto, una visión más íntima y personal de la artista, mientras recupera la memoria de sus exposiciones, enmarcando su obra en la cronología de nuestra propia historia.
El proyecto, comisariado por Mª Jesús Folch, estudia al completo la producción de Juana Francés y la incluye en el panorama artístico trazado por la historiografía de otras décadas del siglo XX, analizando las huellas documentales dibujadas por su archivo personal, descubriendo parcelas inéditas de su trayectoria, como su participación en los Pueblos de Colonización a partir de 1956 o su producción de dibujos informalistas entre 1963 y 1979. Y se detiene en examinar sus fuentes de inspiración, como la influencia que tuvieron sobre su obra la Generación del 98, el Teatro del Absurdo, el avance tecnológico e industrial o los viajes interestelares.
Pintura, escultura, grabado y dibujo
Juan Francés reúne 131 piezas de pintura, escultura, grabado y dibujo, procedentes en su mayoría de los cuatro museos y centros de arte españoles que custodian su obra: el mismo IVAM (47), el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (21), el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (22) y el Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporáneos Pablo Serrano (15), además de otras colecciones privadas y públicas.
La exposición se estructura en sus cuatro etapas artísticas conocidas, pero su ordenación no es cronológica, sino que refleja algo esencial en la conceptualización de su obra: la confrontación entre figuración y abstracción, entre crítica sociológica y expresividad matérica.
El marco temporal de las Bienales Hispanoamericanas envuelve la primera etapa de una figuración enigmática, de carácter italianizante, repleta de una iconografía dominada por el silencio, la autocensura y la incomunicación (1950-1954). Le siguen dos secciones dedicadas a la abstracción: la informalista (1956-1963) y su relación con el grupo El Paso (1957-1960), y la cosmológica, dedicada a plasmar su cosmovisión del universo y la naturaleza a través del movimiento y el color en su serie Cometas y Fondos submarinos (1980-1990).
Por último, la muestra termina con su serie más larga, de casi veinte años de duración, y de signo más crítico e ideológico, a la que titula El Hombre y la Ciudad. Este último bloque arranca con sus Paisajes y Tierras de España (1960-1963), conjunto de obras todavía de raíz informalista que presenta un hilo referencial con la Generación del 98 y se transforma en su serie El Hombre y la Ciudad (1963-1979), conformada por espectaculares piezas de carácter escenográfico en las que denuncia un entorno humano angustioso.
Después de su paso por la sede del IVAM en Alcoi y el Centro Niemeyer de Avilés, esta muestra en Valencia, enriquecida con obras no expuestas anteriormente, pone fin a la celebración del centenario del nacimiento de Juana Francés.