El exilio ha sido una triste constante en la historia moderna española, especialmente en los siglos XIX y XX, pero ninguno tuvo la dimensión trágica del que protagonizaron aquellos republicanos expulsados de su patria. Casi medio millón cruzó en sucesivas oleadas, a lo largo de los tres últimos meses de la guerra, la frontera francesa, principalmente por los pasos de Cerbère, Le Pertus y Bourg-Madame.
Poco después intentarían iniciar sus nuevas vidas, lejos de su patria, no solo en Francia y otros países de la Europa occidental. La diáspora de los protagonistas de esta tragedia humana sin precedentes les llevó a Moscú y otras ciudades de la Europa del Este, a México, Chile, República Dominicana, Cuba, Argentina, Estados Unidos, Argel y a otros muchos países de acogida.
Ahora, La Arquería de Nuevos Ministerios (Madrid) acoge en 1.300 metros cuadrados algo más de 300 piezas, entre obra plástica, fotografías y publicaciones, que reflejan las manifestaciones culturales, artísticas y literarias más importantes de quienes mejor documentaron aquella tragedia.
Una gran exposición conmemorativa que a través de tres muestras rinde homenaje a aquellos hombres y mujeres que se vieron obligados a abandonar su país. Se pretende, también, acercar a la ciudadanía a la relevancia de aquel exilio y ayudar a que se conozca su legado y contribución al progreso de los países que les acogieron. El tercer objetivo es, precisamente, extender el agradecimiento a las naciones que dieron a los exiliados una nueva patria, lejos de España.
1939, exilio
La muestra principal, 1939, exilio republicano español, relata la vida en los campos de concentración franceses, los barcos que zarparon llenos de esperanza, la tragedia de los campos nazis, la acogida de Francia, México, Chile y Estados Unidos, entre otros países; el retorno, tras la muerte de Franco, durante la Transición iniciada en 1977. Y el compromiso con los valores de la II República a través del trabajo de artistas como Pablo Picasso, Joan Miró, José Vela Zanetti o Baltasar Lobo, que se propusieron reflejar y dar voz a esos miles de exiliados.
Esta primera exposición comprende un conjunto heterogéneo y coral de obra plástica, objetos cotidianos, fotografías, archivos sonoros, cartelería y publicaciones que encarnan el testimonio fiel de una vanguardia de intelectuales, científicos, escritores y artistas de todo tipo que en 1939 partieron al exilio. Más allá de la mera recopilación de objetos artísticos pretende ofrecerse el relato colectivo de los miles de españoles que vivieron el destierro y trataron de mantener viva su lengua, cultura, memoria e ideales a lo largo de los años.
Centenares de fotógrafos llegados de todo el mundo documentaron esa huida de la represión. Es el caso de los fotoperiodistas David Seymour, Robert Capa o Agustí Centelles, que retrataron con dureza el drama de los refugiados y cuyo trabajo puede verse en esta exposición. Como el del fotógrafo Francesc Boix, hoy reconocido como uno de los grandes testigos del siglo XX por las imágenes tomadas durante su reclusión en Mauthausen. También Josep Bartolí dio testimonio a través de sus dibujos de su trágica experiencia en los campos de concentración franceses. O Ramón Gaya, que tras salir del campo de Argelès y antes de partir a México, encontró aliento para pintar algunos de los cuadros más icónicos del exilio.
El horror del exterminio nazi lo plasmó también, en una serie de obras presentes en La Arquería el artista catalán Josep Franch-Clapers, además de los escritores Jorge Semprún y Joaquim Amat-Piniella, internos en Buchenwald y Mathausen. También son reseñables las aproximaciones que se hicieron desde la escultura. Ejemplo de ello en la exposición son las obras de Baltasar Lobo o Ángel Hernández García, ‘Hernán’.
Los barcos del exilio, como el Stanbrook, que arribó al puerto argelino de Orán, o los que partieron con destino a América, como el Sinaia y el Winnipeg, tienen un espacio protagonista en la muestra. El exilio republicano en México fue uno de los más importantes, documentado aquí a través de diferentes publicaciones. El Caribe, Chile y Argentina fueron también focos culturales destacados del exilio. A Buenos Aires llegaron políticos como Niceto Alcalá Zamora o el historiador Claudio Sánchez-Albornoz, que se convertiría en presidente del Gobierno en el exilio. También fue importantísima la labor editorial que desarrollaron allí Rafael Alberti, Francisco Ayala o María Teresa León, y en el campo de las artes, Manuel Ángeles Ortiz y Maruja Mallo. Algunos de sus trabajos de esos años se han reunido para esta muestra.
La Unión Soviética fue otro de los destinos. Los ‘niños de la guerra’ fueron los primeros en arribar a la URSS, donde se instalaron, además, periodistas, escritores, científicos, militares, deportistas o ingenieros y, en el ámbito artístico, una de las grandes figuras de la escultura española del siglo XX, el toledano Alberto Sánchez, más conocido como ‘Alberto’, que no regresó jamás a España.
La muestra de Juan Manuel Bonet homenajea, además, con sendos retratos de Picasso y Miguel Prieto y una escultura que firma Pablo Serrano a una de las víctimas más célebres de La Retirada, el poeta Antonio Machado, fallecido en la localidad de Colliure, y cuya tumba es hoy lugar de peregrinación y memoria. Como lo es el cementerio de Montauban, donde está enterrado Manuel Azaña. Numerosos objetos en la exposición dan testimonio de su legado intelectual y político, y se expone al público español, por primera vez, la mesa de trabajo en la que firmó su renuncia en el exilio como último presidente de la República.
Otro importante capítulo es el que ocupan en el espacio de La Arquería los artistas españoles del París de la posguerra, cuyo núcleo lo integraron, entre otros, Manuel Ángeles Ortiz, Antoni Clavé o Xavier Badia Vilató, autores para quienes Picasso fue una referencia fundamental. Del artista malagueño se exhiben seis obras gráficas de distintas técnicas.
La muestra dedica también un espacio a las emisiones de la BBC, Radio París y Radio España Independiente, la popular ‘Pirenaica’, por el papel que desempeñaron de ariete contra el franquismo y como fuente de información para los exiliados. En sus programas colaboraron, entre otros, Luis Araquistain, Arturo Barea o Manuel Chaves Nogales. Algunos de esos archivos sonoros están ahora a disposición del público.
Por último, la exposición se asoma también a la Transición para retratar el espíritu de lo que supuso el reencuentro de España con el exilio, como simboliza, por ejemplo, el reportaje fotográfico de Jesús González sobre la llegada a Madrid del Guernica de Picasso.
Caminos del exilio
La Arquería acoge también una colección de fotografías inéditas del fotoperiodista Philippe Gaussot (Francia, 1911) descubiertas por su hijo Jean-Philippe en una maleta tras el fallecimiento de su padre. Un centenar de imágenes que retratan con enorme dureza lo que significó La Retirada a Francia de miles de exiliados tras la caída de Barcelona, y las dificultades de la travesía que realizaron por caminos y puertos de montaña. Las instantáneas también documentan escenas cotidianas en las colonias infantiles auspiciadas por el Comité Nacional Católico de Francia que Gaussot ayudó a levantar.
Los comisarios Felip Solé y Grégory Tuban reconstruyen en esta exposición, coordinada por Kiko Herrero, el legado de este fotógrafo, comprometido desde muy joven con la causa humanitaria, que ejerció como periodista en Le Dauphiné Libéré.
La sangre no es agua
Por último se presenta el trabajo de investigación realizado por el artista Pierre Gonnord (Francia, 1963) a partir de los recuerdos de supervivientes y descendientes del exilio republicano español. Un relato expositivo de retratos, testimonios y fotografías de objetos íntimos. Palabra e imagen conforman un conjunto inseparable que invita al espectador a cruzar las fronteras de su propio territorio y reconocer la existencia de otras realidades, estableciéndose una intimidad con las personas retratadas que, en algún momento de sus vidas, necesitaron ser escuchadas, leídas y miradas.
Estas tres exposiciones han sido organizadas por el Ministerio de Justicia en el marco de la conmemoración del 80 aniversario del exilio republicano español que, a lo largo de 2019, ha organizado más de un centenar de actos en una docena de países repartidos en tres continentes.
Lo mejor del mundo
«Estos que ves ahora deshechos, maltrechos, furiosos, aplanados, sin afeitar, sin lavar, cochinos, sucios, cansados, mordiéndose, hechos un asco, destrozados, son, sin embargo, no lo olvides nunca pase lo que pase, son lo mejor de España, los únicos que, de verdad, se han alzado, sin nada, con sus manos, contra el fascismo, contra los militares, contra los poderosos, por la sola justicia; cada uno a su modo, a su manera, como han podido, sin que les importara su comodidad, su familia, su dinero. Estos que ves, españoles rotos, derrotados, hacinados, heridos, soñolientos, medio muertos, esperanzados todavía en escapar, son, no lo olvides, lo mejor del mundo. No es hermoso. Pero es lo mejor del mundo. No lo olvides nunca, hijo, no lo olvides».
[Max Aub (1968), Campo de Almendros]