A lo largo de su trayectoria, Lacalle ha abordado de manera recurrente la dificultad de transformar la experiencia en relato pictórico. Su proceso comienza con acuarelas, tintas, dibujos, etc., y tras un largo proceso reflexivo va tomado forma en los lienzos. En los formatos de grandes dimensiones encontramos un proceso narrativo no exento de esta metodología. Un largo proceso de correcciones, adiciones y sustracciones van midiendo el ritmo de trabajo.
Frente a un colorido plano y primario encontramos escenarios al borde del abismo. En palabras de Fernando Francés, director del CAC, «Lacalle ha diseñado un campo de batalla donde librar contiendas desde el interior de uno mismo hasta pasar por las fronteras de la razón y acabar siendo un asunto más grave: un problema de índole social. Heridas que a su juicio están sin cerrar, sin cicatrizar y que en los últimos tiempos, y a propósito de determinados valores sociales y personales, han resurgido con mayor vehemencia y dolor».
«La pintura soporta diferentes tramas y una de ellas es la situación que vives, la permeabilidad hacia lo social. En estos momentos, el desastre lo representa mejor una copa vacía y rota que una bomba que ha explotado en cualquier lugar del mundo», explica Lacalle sobre sus influencias a la hora de crear sus trabajos.
La obra de Lacalle se ha podido ver en diferentes exposiciones en museos y galerías nacionales e internacionales, como en la reciente exposición El Tríptico de Málaga en el CAC, en la Galería Track 16 Gallery de Santa Mónica en California, en Marlborough Chelsea en Nueva York, en la exposición Spanish Modern & Contemporary Art Exhibition en Seognam Arts Center en Corea o en el Espacio Uno del MNCARS.