[1]Considerada como la primera programadora de la historia, la británica fue una visionaria que supo ver en una máquina de calcular la futura era de la computación. Con esta muestra de pequeño formato se traza un breve recorrido por algunos de los hitos esenciales de su biografía: la peculiar formación para una mujer de su tiempo, su débil estado de salud, la admiración de muchos de sus colegas, sus fructíferos intercambios intelectuales con muchos de ellos, y su principal aportación: lo que se considera el primer programa de ordenador de la historia.
Su madre, Annabella, era hija única de una acomodada familia con excelentes conexiones políticas. Inteligente y de ideas progresistas. Lady Byron sometió a su hija a una estricta educación con la intención de apartar de ella cualquier atisbo de la irracionalidad o influencia “poética” heredada de su padre George Byron. Su formación corrió a cargo de diferentes profesores, mentores e institutrices. A los doce años se obsesionó con la idea de volar hasta tal punto que escribió un tratado con sus investigaciones: diseccionó pájaros, estudió su anatomía, realizó cálculos matemáticos sobre ella; analizó materiales para construir alas: plumas, papel, alambre…
Pronto dejó atrás a su madre y a sus primeros profesores en conocimientos matemáticos. Pidió a Mary Somerville, una ilustre científica, que fuese su tutora y mantuvo con ella una intensa correspondencia sobre matemáticas avanzadas. Pero el gran encuentro de su vida se produjo a los 18 años, cuando conoció a Charles Babbage, la persona que más le influiría y con quien mantuvo una amistad y colaboración de por vida.
Máquina Analítica
[2]Babbage era un inventor rico y famoso, y todo un talento: era titular de la cátedra lucasiana de matemáticas de Cambridge. A sus veladas asistían personajes como Darwin, Dickens, Florence Nightingale, el duque de Wellington, Augustus de Morgan, Lord Tennyson, Faraday, Wheatstone… En estas fiestas, Babbage disfrutaba mostrando una de sus invenciones, un fragmento de una máquina automática de calcular: la Máquina de las Diferencias. Según relató una invitada, cuando Ada vio este modelo entendió inmediatamente cómo funcionaba y supo ver “la belleza del invento”.
Mientras Babbage trabajaba en esta máquina tuvo otra idea: la Máquina Analítica, pensada para ejecutar cualquier tipo de cálculo matemático. Compuesta por altas columnas de ruedas dentadas apiladas, comunicadas entre sí por engranajes y palancas y alimentada por una máquina de vapor, hoy en día está considerada como el antecedente de los ordenadores actuales. La programación se llevaba a cabo mediante tarjetas perforadas, que hacían funcionar toda la maquinaria y también podían utilizarse para almacenar datos.
En las miles de notas y diseños que Babbage enviaba a Ada sobre la Máquina Analítica se describían casi todas las características y elementos básicos incorporados hoy en los modernos ordenadores: dispositivos de entrada y de salida, memoria y procesador. Pero no llegó a construirse. La tecnología de la época era insuficiente para fabricar sus miles de componentes.
Aportaciones de Lovelace
[3]En 1840, el matemático Charles Babbage dio una conferencia en Turín sobre su invento. A ella asistió Luigi Federico Menabrea, un ingeniero militar que, impresionado por la máquina de Babbage, escribió en una revista francesa un artículo titulado Esquema de la Máquina Analítica. Ada Lovelace, a instancias del científico e inventor Charles Wheatstone, tradujo este artículo al inglés, añadiéndole una serie de notas explicativas. Esta notas duplicaban la longitud del texto original y convirtieron esta publicación en uno de los documentos más importantes de la historia de la computación.
En esas notas de Ada se encuentra el avance de muchas ideas modernas de programación como bucles, enunciados y el concepto de la computación de propósito general. Más allá de la resolución de ecuaciones numéricas, Lovelace proponía la posibilidad de que mediante la manipulación de símbolos se podía operar sobre cualquier tipo de información, no sólo números. En una época anterior a la introducción de las matemáticas en la lógica, este concepto suponía un avance extraordinario y revolucionario.
Ada incluyó en las notas un algoritmo que demostraba exactamente cómo podía utilizarse la máquina para computar una secuencia de números complejos. Lovelace iba más allá de una mera reflexión académica sobre el potencial de la Máquina Analítica y creaba el primer programa de ordenador de la historia. Ella vio en esas columnas de engranajes una máquina de propósito general, capaz de manipular símbolos e información y conseguir resultados sin intervención humana.