El montaje se sumerge en su última gran contienda. En la famosa batalla del río Hidaspes, el rey de macedonio «se enfrenta a su propio destino: debe decidir cómo quiere reinar, si de una forma magnánima o si quiere seguir haciendo la guerra”, explica Luque. El director lo presenta como «un hombre de genio contradictorio y eterno conflicto», como «un héroe que se rinde a la justicia, que no se deja llevar por la venganza».
La obra se detiene así, en la figura del hombre, más que en la del mito. Se muestra, según el director, «por un lado, su ansia imparable de conquista y de guerra, y por otro, su deseo de ser un hombre que trae la paz y el respeto a los pueblos conquistados». Lo que se retrata es su alma ambivalente, el eterno conflicto de la historia de la humanidad: vivir en paz o continuar eternamente en guerra.
Entre dos aguas
Esto se representa en la escenografía, obra de Mónica Boromello. Un escenario entre dos aguas: una gran piscina dividida por una tarima central simboliza los ríos Hidaspes e Indo. La tarima, con el gran mandala de Alejandro Magno, representa a su vez la unión de los pueblos, la idea política que inspiró al rey macedonio. La puesta en escena está, además, cargada de elementos teatrales, como máscaras, coreografía y música, pero sobre todo está basada en el trabajo actoral, según asegura el director.
Félix Gómez es el encargado de dar vida a este gran personaje. Está arropado por un elenco formado por Amparo Pamplona, Armando del Río, Aitor Luna, Unax Ugalde, Diana Palazón y Marina San José. Sobre el escenario también subirán ocho figurantes y no faltará Bucéfalo, el caballo que condujo a Alejandro Magno hacia la victoria.
Parte de la música tiene sello local. La Asociación Cultural Los Danzarines Emeritenses ha participado en la composición de la representación. Ocho integrantes interpretarán una batukada con surdos brasileiros y cajas de percusión. A ello se suma el elaborado vestuario concebido por el diseñador Paco Delgado, dos veces nominado a los Óscar por las películas La chica danesa (2016) y Los miserables (2013).
Todo recreará un ambiente mágico y lleno de poesía donde están representados los cuatro elementos de la Naturaleza: el aire y la tierra, el fuego y el agua, que llevan al espectador hasta un Alejandro Magno que «se parece demasiado a nosotros, a nuestro conflicto de hombres y mujeres contemporáneos. Ahora las fronteras son otras pero nuestro anhelo de traspasarlas, de ir más allá, es idéntico al del rey macedonio. Nuestras historias de amor no distan tanto de aquellas pasiones que ahora se ven como lejanas. Todos, en pequeña o gran medida, buscamos, como Alejandro, un cachito de gloria y el triunfo en nuestras pequeñas conquistas cotidianas», concluye el director.