Para mostrar la trascendencia de este rey moderno, europeísta, integrador, apasionado de las ciencias y de la cultura, la muestra se estructura en seis apartados: «Alfonso X, el sabio, un rey europeo»; «Alfonso Infante (1221 – 1252)»; el «Rey Gobernante (1252 – 1284)»; el «Rey sapiens»; el «Final del reinado», en la que se refleja la crisis sucesoria y a su sucesor Sancho IV, y una última parte que analiza la figura del rey sabio desde la posteridad.
Entre las piezas expuestas destaca el Libro del Saber de Astrología, un códice del siglo XIII que se conserva en la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla de la Universidad Complutense de Madrid; el Códice de Toledo, de mediados del siglo XIII, prestado por la Biblioteca Nacional, y las Cantigas de Santa María.
Las cantigas eran poesías, cantadas por juglares, cuya letra y música estaban compuestas por trovadores. Las de Santa María, mandadas componer por Alfonso X a lo largo de su reinado, constituyen un conjunto de aproximadamente 420 composiciones escritas en galaico-portugués. Están dedicadas a la Virgen y a los milagros producidos por su intervención. El propio rey fue autor de algunas de ellas, presentándose así como un rey-trovador.
Otra de las joyas de la exposición es la bula del papa Alejandro IV, fechada el 6 de abril de 1255, confirmando el Estudio General de Salamanca, que viaja desde el archivo de su universidad hasta Toledo.
Una de las piezas textiles más significativas es la casulla del infante don Sancho de Aragón, arzobispo de Toledo. De extraordinaria calidad, esta vestimenta eclesiástica reúne las armas de Castilla, Aragón y las águilas negras de la familia Staufen, a la que pertenecía la madre de Alfonso X, Beatriz de Suabia. La rica tela fue probablemente un regalo de Alfonso X a su cuñado don Sancho, hijo de Jaime I de Aragón, que fue arzobispo de Toledo (1266 – 1275).
Por último destaca especialmente la Corona de los Camafeos, que ‘esconde’ una bonita historia. El sepulcro de Sancho IV en la Catedral de Toledo se abrió en 1947 y entre los restos más destacados de su ajuar mortuorio se encontraban la corona con la que había sido enterrado, una espada con su vaina y unos acicates. La corona -la única que se conserva de un rey medieval hispano- muy posiblemente perteneciera a su padre Alfonso X, ya que en su testamento del año 1282 éste legaba a su heredero «las coronas con las piedras e con los camafeos».
Esta exposición ha sido organizada por Acción Cultural Española, el Ministerio de Cultura y Deporte, el Ayuntamiento de Toledo, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y la Diputación Provincial de Toledo.