El Institut Valencià d’Art Modern (IVAM [1], Valencia) presenta América, América, una exposición de obras de su colección que se centra en la irrupción y desarrollo del mito de Estados Unidos y su influencia en el debate sobre la cultura visual contemporánea.
La muestra plantea un recorrido a través de los signos que han configurado la poderosa iconografía de aquel país, interpretados por artistas estadounidenses y europeos hasta la década de los años 70 del siglo XX. En resumen, una revisión de la iconografía con la que se ha construido el mito del «sueño americano», así como la visión de sus promotores en el terreno de las artes plásticas y la reflexión de sus influyentes detractores.
Estructurada en seis capítulos temáticos, América, América reúne alrededor de 160 obras entre fotografías, documentos, magazines, libros, esculturas, vídeos y pinturas de relevantes artistas del siglo XX como Lewis Hine, Edward Steichen, Walker Evans, Robert Frank, Diane Arbus, John Baldessari, Robert Rauschenberg, Öyvind Fahlström, John Hearfield, Dorothea Lange, Richard Hamilton, Josep Renau, Equipo Crónica o Erró, entre otros.
Seis secciones
Metrópolis y rascacielos. A finales del siglo XIX, y gracias en buena medida a la difusión realizada por las nuevas revistas ilustradas, los europeos recibieron con gran expectación la transformación experimentada por las ciudades de Chicago y Nueva York gracias a su novedosa planificación urbana, pero sobre todo a la construcción de sus colosales rascacielos y a sus obras de ingeniería. El bullicio de la ciudad y el gigantismo transforman los paradigmas de la mirada y de la experiencia sensorial y, en consecuencia, los modos de su representación. La ciudad comienza a imaginarse, leerse e interpretarse a la manera de un collage, es decir, una construcción acientífica y dislocada de fragmentos. La ciudad deja de ser representada como una visión perspectiva y estática para convertirse en una maraña compleja y dinámica de fragmentos de puentes, trenes, viandantes y rascacielos que se amontonan y confunden en un bullicio apasionado e infernal. Escritores, periodistas, arquitectos y artistas de todos los rincones de Europa (como Mayakovski, Adolf Loos, Francis Picabia, Richard Neutra, Mario Bucovich o Robert Frank, por citar unos pocos) emprendieron sus respectivos viajes iniciáticos a Estados Unidos en busca de su particular confrontación con el mito.
Broadway-Hollywood: comienza el espectáculo. La industria cinematográfica fue uno de los actores principales en el proceso de expansión de la hegemonía cultural estadounidense. Su cine se imponía gracias a sus grandes inversiones, su esquema de producción en serie, sus escenografías y su fotografía. La facultad de convicción de la imagen fotográfica, unida a su enorme poder de síntesis y amplificación, corroborado por el éxito alcanzado entre el público por el cinematógrafo, se extendió a los semanarios ilustrados que, con el desarrollo alcanzado por la técnica fotográfica y la fotoimpresión, se convirtieron en uno de los medios principales de divulgación de noticias, reportajes temáticos y, no menos importante, inserciones publicitarias destinadas a las clases medias. A través de estas publicaciones circularon entre los europeos los grandes inventos que dieron progresivamente forma al sueño americano y su estética de la abundancia: sus cadenas de montaje, sus monumentales edificios, sus automóviles, sus tractores y segadoras, sus apartamentos luminosos y aireados, sus electrodomésticos. Incluso la misma noción de confort.
Americanos. Revistas como Life se habían convertido, junto a las películas de Hollywood, en una de las mejores cartas de presentación de la utopía americana hasta la popularización de la televisión a finales de los años cincuenta del siglo XX. La fotografía jugó un papel determinante en estos magazines. La mayoría de los semanarios abrían sus páginas con reportajes fotográficos e incluían foto-ensayos de las más prestigiosas firmas del momento. El fotomontaje también ocupó un lugar destacado en estos formatos de comunicación. Fueron relevantes para la remoción de las conciencias y las leyes sociales de la época fotografías como las de Lewis Hine sobre las condiciones de trabajo de niños e inmigrantes en las fábricas y minas a principios de siglo que se convertirían en una auténtica referencia para la fotografía social del siglo XX. Como posteriormente las imágenes que ilustraron las secuelas sociales de la Gran Depresión de fotógrafos como Walker Evans, Dorothea Lange, Carl Mydans, Arthur Rothstein, Jack Delano, Marion Post, Gordon Parks, Rusell Lee, que participaron en el programa de la Farm Security Administration (1935-1944).
Cultura popular. El final de la II Guerra Mundial dio paso, no sólo a un nuevo mapa político internacional, sino al inicio de un nuevo y prolongado período de enfrentamiento ideológico entre los dos grandes bloques. En este marco de hostilidades se difunden las imágenes diseñadas de felicidad doméstica, empleando un arma nueva que perfecciona el papel del diseño publicitario, las imágenes de los mass media y la publicidad de las virtudes del modelo de vida americano. La disección de las visiones codificadas por la publicidad y el cine estarán presentes en la mayoría de los artistas del momento a ambos lados del Atlántico. La dialéctica entre el arte y la cultura popular, y entre esta y los medios de comunicación, fue uno de los ejes centrales de reflexión de toda una nueva generación de jóvenes artistas durante los años 50 y principios de los 60.
Family. Utopía. En el esquema de dicha propaganda fue muy importante la exhibición de imágenes de los nuevos objetos de consumo: automóviles, televisores y, sobre todo, los nuevos tipos de vivienda que surgían en las áreas periféricas de las ciudades. Nuevas construcciones que proporcionaban interiores aireados y luminosos, zonas ajardinadas y cocinas equipadas con todo tipo de electrodomésticos. Un nuevo modelo de vida que ilustraba la idea de confort y representaba el sueño del americano de clase media. Las innovaciones en el ámbito de los materiales y su fabricación en serie, pero sobre todo la pulcritud de su diseño y su cuidada puesta en escena –ya fuera en los escaparates comerciales de las calles, o en las páginas de las revistas ilustradas– confirió a los objetos de uso cotidiano un nuevo y extraordinario poder: el de generar el deseo irremediable de adquirirlos.
A finales de la década de los 50 surgiría en Inglaterra una nueva generación de artistas y arquitectos aglutinados en torno a The Independent Group que reaccionó contra la elitista cultura académica europea reivindicando la innovación, la estética y los logros de la cultura popular norteamericana armonizando grandes dosis de admiración pero también de refinada ironía. Dejaban así establecidas las bases del Arte Pop y su compleja relación con el mito.
Golpe al sueño americano. La controversia en torno al modelo de vida estadounidense fue un fenómeno que transcurrió en paralelo al propio proceso de construcción de su poderosa iconografía, y tuvo lugar a ambos lados del Atlántico. En Europa, los principales grupos de repulsa al mito americano provenían de las filas artísticas e intelectuales afines a la izquierda revolucionaria. En 1925, el poeta futurista Vladímir Mayakovski viajó a Estados Unidos y relató en su libro América su mezcla de admiración pero también su profunda repulsa hacia las diferencias sociales de ese país. En los años treinta, el artista John Heartfield (que diseñaría varias de las cubiertas de los libros de Upton Sinclair) mostraría con sus fotomontajes una visión grotesca y degradante del modelo de vida americano. Muy influenciado por la obra de este artista alemán, el valenciano Josep Renau realizaría con su serie de fotomontajes The American way of life uno de los esfuerzos artísticos más comprometidos con la deconstrucción sistemática del sueño americano.
América
“¡Disneylandia sí que es auténtica! ¡El cine, la tele, eso sí que es real! Las freeways, lassafeways, las skylines, la velocidad, los desiertos, eso, eso es América, y no los museos, las iglesias, la cultura… Sintamos por este país la admiración que merece y volvamos la mirada hacia la ridiculez de nuestras costumbres. Ahí radica la ganancia y el atractivo de los viajes. Para ver y sentir América, es preciso haber sentido por lo menos un instante la jungla de undowntown, el Painted Desert o la curva de una freeway, que en Europa había desaparecido. Es necesario haberse preguntado, al menos un instante: ¿Cómo se puede ser europeo?”.
Jean Baudrillard, América (1986).