López está considerado uno de los máximos exponentes del realismo español. Su interés por representar el mundo que le rodea; paisajes urbanos, interiores de vivienda o la naturaleza; culmina con su fascinante interpretación de la figura humana, principal protagonista de esta muestra.
Como indica Rafael Argullol en el texto introductorio del catálogo, Antonio López es uno de los artistas que, en nuestra época, mejor ha preservado la intimidad entre lo artístico y lo corporal, algo que Miguel Ángel defendió repetidamente. A través de diversas obras recientes; dibujos, óleos y esculturas; la muestra recoge la visión y proceso de creación del artista manchego alrededor de la figura humana.
La exposición incluye la poderosa escultura Hombre (2001), en la que López reproduce una tensión muscular que da vida a la obra. Ese vigor junto con la postura del cuerpo transmiten al espectador la intención del individuo de emprender el movimiento.
La figura de bronce establece un diálogo con el dibujo Diferentes movimientos para escultura de hombre andando, Fernando (2009-2011). Esta última es una obra preparatoria que retrata a un hombre caminando, un estudio para la creación de una escultura pública de escala monumental encargada por el Ayuntamiento de Albacete.
La muestra también cuenta con otros dibujos muy recientes, a lápiz y óleo, en los que se representan cuerpos mayoritariamente desnudos de varias parejas.
Narratividad
Con estas obras, López incorpora narratividad sobre el papel al presentar distintas escenas. Asimismo se pueden ver un conjunto de cabezas esculpidas en distintos materiales. Estas obras son representaciones a escala real o incluso más pequeña de las cabezas de niños, todos cercanos al artista, en distintas etapas de su vida.
El nacimiento de los nietos de López fue un estímulo emocional que le hizo retomar el tema de la infancia. El hecho de querer retratarlos en momentos concretos de su crecimiento condiciona su propio acabado, ya que a medida que los modelos humanos se desarrollan y cambian, el artista abandona la escultura para iniciar otra.
Finalmente, en la muestra se presenta por primera vez el Prototipo para la Noche (2008), una gran máscara en poliuretano del rostro de Carmen, una de las nietas del artista, que López utilizó para la creación de su escultura pública La Noche (ubicada en la estación de Atocha en Madrid). El cambio de escala de la cabeza de bebé a monumental invierte la relación del espectador con la escultura y le da un carácter menos particular, más universal.