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‘Aquiles y Pentesilea’, amor frente a dogmatismo

Aquiles y Pentesilea. Foto: marcosGpunto. [1]

Aquiles y Pentesilea. Foto: marcosGpunto.

Tomando como base un pasaje de La Ilíada de Homero, Ortiz crea un texto caracterizado por un lenguaje luminoso y una gran presencia de imágenes. Escrito en los años 90 del siglo pasado, «Aquiles y Pentesilea es una obra que apuesta por el amor frente a los dogmatismos y frente a los oscuros intereses. Es también tragedia, pero no son los dos protagonistas los causantes del horror, sino todo lo que les envuelve», explica su autora.

Según la leyenda original, una vez que Aquiles derrota a Pentesilea, la reina de las Amazonas, se siente incapaz de matarla debido a su enorme belleza. Este hecho, lejos de quedarse en el mundo clásico, presenta una vigencia absoluta. La lucha de sexos, las invasiones militares o el auge de formas de pensamiento radicales y totalitarias componen un mosaico escénico de máxima actualidad, pero también se menciona el petróleo, las armas inteligentes, la guerra…

Erotismo latente

Aquiles y Pentesilea. Foto: marcosGpunto. [2]

Aquiles y Pentesilea. Foto: marcosGpunto.

Pero también se ha querido visibilizar sobre las tablas el erotismo latente del texto, el derecho a disfrutar del cuerpo y de su sensualidad tanto para hombres como para mujeres, que muchas veces también ha estado afectado por condicionantes sociales y culturales», comenta Ortiz.

El resultado es un espectáculo coral en el que tienen cabida el teatro, la danza, la música, el canto o las ceremonias rituales que dan vida Maria Almudéver, Marina Barba, Rubén Carballés, Dayana Contreras, Gorsy Edú, Camino Fernández, Astrid Jones, Víctor Massan, Didier Otaola, José Juan Rodríguez “Jabao”, Verónica Ronda, Rodolfo Sacristán y Cecilia Solaguren.

La música corre a cargo del compositor Rodrigo Díaz Bueno, al que acompañarán la violonchelista Marina Barba y Gorsy Edú, que además de actor y especialista en movimiento escénico es percusionista. «Con ellos hemos explorado los lenguajes musicales desde la música culta occidental hasta los ritmos de percusión», explica Santiago Sánchez. «Desde el principio estábamos seguros de que la música debía fusionar géneros y estilos, de forma que no fuera fácilmente clasificable».