La exposición incluye más de 300 piezas. Una colección de documentos, planos originales de algunas de sus obras más representativas, fotografías, maquetas y mobiliario que permiten conocer la trayectoria vital y profesional de los arquitectos Carlos Arniches y Martín Domínguez.
Este proyecto se basa en una investigación llevada a cabo en todos los lugares en los que ambos arquitectos desarrollaron su trabajo, desde España a Cuba y Estados Unidos, rescatando fuentes que, especialmente en el caso de Cuba, permanecían prácticamente inéditas desde que Domínguez tuvo que abandonar la isla en 1960.
El conjunto de piezas seleccionadas, así como la importante labor de investigación y documentación histórica realizada, hacen de esta exposición y el catálogo que la acompaña la referencia definitiva sobre Arniches y Domínguez.
Arquitectos de una época
Arniches y Domínguez trabajaron juntos entre 1924 y 1936, doce años de una producción que se caracterizó por su capacidad de establecer diálogos entre la arquitectura y los discursos de la modernidad.
La obra de estos arquitectos se enmarca en el contexto de la época, caracterizado por la transformación social, cultural, educativa y económica. Ambos se habían formado en la Escuela de Arquitectura de Madrid y este último también en la Residencia de Estudiantes, institución en la que en pocos años coincidieron con toda una generación brillante de artistas, científicos e intelectuales, como Federico García Lorca, Salvador Dalí, Severo Ochoa o Luis Buñuel.
Influidos por las ideas de la Institución Libre de Enseñanza y de la mencionada Residencia, sus proyectos en los ámbitos de la educación, el turismo o el ocio fueron el reflejo de su compromiso con las nuevas corrientes de pensamiento europeo. En estos años realizaron algunos proyectos brillantes como el Instituto-Escuela (1931), el auditorio de la Residencia de Estudiantes (1933), los Albergues de Carretera (1928-1935) y especialmente el Hipódromo de la Zarzuela (1935). Proyectado junto a Eduardo Torroja, constituye el único monumento nacional dedicado al deporte, Premio Nacional de Arquitectura y cuya marquesina fue declarada Bien de Interés Cultural.
Tras la Guerra Civil, sus carreras se separaron por el exilio que ambos vivieron. En el caso de Arniches este tuvo un carácter interior, mientras Domínguez emprendió un viaje que le llevó a Cuba, donde desarrolló una destacada carrera en el ámbito de la vivienda. En 1960 se exilió nuevamente en Estados Unidos, allí pasó sus últimos diez años como docente en la Universidad de Cornell (Ithaca, Nueva York).
Para explicar la trayectoria de ambos artistas, la exposición se divide en tres partes. La planta baja está dedicada a recuperar los momentos más destacados de las vidas de Arniches y Domínguez: sus inicios en la Escuela de Arquitectura de Madrid, su paso y estrecha relación con la Residencia de Estudiantes, el contacto con los grandes artistas e intelectuales de la época y su posterior separación y exilio.
En la sala de columnas pueden verse algunas de las obras más representativas que realizaron a lo largo de su carrera, tanto de forma conjunta en España desde 1924 hasta 1936, como posteriormente, una vez separados por la Guerra Civil, de manera individual en España, Cuba y Estados Unidos.
Finalmente, en la primera planta se pueden ver dos intervenciones, una del cubano José Ángel Toirac (sobre Martín Domínguez) y otra de Rogelio López Cuenca y Elo Vega (en torno a Carlos Arniches), que muestran una visión particular de estos dos arquitectos desde el punto de vista del arte.