Hasta ahora, la Colección Santos Lloro permanecía inédita, pese a estar formada por más tres mil obras y objetos de extraordinaria rareza, fechadas entre la Edad Media y nuestros días, de artistas consagrados, como Joaquín Torres García, Rafael Pérez Barradas, Rosario de Velasco, Carlos Sáenz de Tejada, Xavier Nogués o Marià Pidelaserra, pero también de autores anónimos y pequeños maestros.
Para José Corredor, el rasgo más representativo de la colección es su ingenuidad, que «puede hacernos pensar en la inocencia, la creatividad, la humanísima necesidad de jugar y la libertad con que se realiza la acción creativa, al margen de reglas establecidas».
Código genético
Santos comenzó desde niño a coleccionar con una vocación determinada, según explica él mismo, por un «código genético» que le lleva a querer «buscar, localizar y adquirir estas piezas de una manera prácticamente compulsiva»; pero también es consciente de la función social que puede desempeñar esta pasión cuando su colección se instale en un museo y pase a formar parte del acervo colectivo, tal y como está previsto que suceda en el Palacio Condes de la Ribagorza y en la Borda Albar de la villa oscense de Benasque.
Esta exposición muestra objetos muy dispares entre sí: obras de culto, útiles cotidianos, piezas de entretenimiento y cosas que no tienen ninguna finalidad concreta. Posiblemente, algunos de ellos encajen bajo conceptos como artesanía, arte Naíf o Art Brut, pero Santos prefiere el término ‘ingenuo’ porque no carga con los lastres ideológicos ni con prejuicios.
Esa ingenuidad ha estado presente siempre en la historia del arte, tal y como pone de manifiesto esta muestra. Según Santos, “el artista ingenuo es el más libre porque no crea su obra con la intención de vender, ni de pasar a la posteridad ni tampoco, en muchos casos, tiene una formación reglada que le lleve a usar los cánones artísticos de una época ni los patrones estéticos de una disciplina concreta”. Todo ello se traduce en piezas de arte de niños, adultos no formados o adultos formados que toman algunos aspectos del lenguaje plástico de los anteriores grupos y se escenifica en un lenguaje sincero, simple, poético y sólo aparentemente infantil.
Lenguaje sincero
El interés del coleccionista por la relación entre arte e infancia es fundamental. Esta ya fue objeto de especial atención en diversas disciplinas a lo largo del siglo XIX y a principios del XX: muchos artistas de las vanguardias vieron en los niños modelos que resolvían de forma intuitiva problemas plásticos lastrados por las convenciones. Pero la exposición refleja un proceso bidireccional: incluye obras de artistas de sólida formación cuyo lenguaje plástico deja sentir la ingenuidad (Ángeles Santos, Emili Grau Sala, Julián Grau Santos, Emilio Varela, Torres García, etc.) junto a piezas de autores que utilizan algún elemento de expresión propio del arte infantil (Pérez Barradas, Salvador Bartolozzi, José María Gorrís, etc.).
Con motivo de la muestra se ha realizado una publicación [1] que cataloga las obras y objetos expuestos y que cuenta con varios textos que contextualizan la colección, escritos por el propio Javier Santos, el artista Antonio Santos y los críticos e historiadores José Corredor, Juan Manuel Bonet y Josep Casamartina. Junto a autores conocidos desfilan por él una multitud de personajes que apenas lo son, además de objetos anónimos como máscaras, títeres, portacofias, maniquíes, juegos de massacre, exvotos, curritos, autómatas, etc.
También se ha diseñado un programa de actividades [2] que incluye cuatro talleres de creación vinculados a diversos aspectos de la colección, que serán impartidos por los artistas Isidro Ferrer, Antonio Santos, Flavio Morais y Pep Carrió. Además se ha abierto una convocatoria para la selección de 10 proyectos inéditos que relacionen la literatura de cordel y las aleluyas con la actualidad sobre la pandemia, y se celebrará una conferencia dramática (3 de diciembre) a cargo del escritor Grassa Toro que revisará el concepto del arte y del artista ingenuo.
Folleto de la exposición Arte ingenuo. Colección Santos Lloro [3]
La colección
Javier Santos Lloro nació en Madrid en una familia en la que la cultura y el arte eran bienes cotidianos, aunque él se considera de Lupiñén (Huesca), donde pasó muchos veranos durante su infancia. Sobrino de Ángeles Santos, Emili Grau Sala y Rafael Santos Torroella; primo de Julián Grau Santos, y hermano de Antonio y Manuel Santos, cuenta con un universo familiar repleto de imágenes artísticas. El periodo de las vanguardias españolas, como una suerte de herencia, forma parte, en su caso, de la tradición familiar.
Un coleccionista es alguien que a título personal ha ido recopilando objetos que en sus manos han adquirido un nuevo sentido. La fina sensibilidad de Santos y su visión humanística invitan ahora al espectador a ser partícipe de la inédita historia de esas piezas. Como señala Juan Manuel Bonet, Santos aporta una mirada que atiende no solo a la pintura, sino también al mundo de la ilustración, al del objeto popular y al del objeto encontrado, una mirada que se fija en los grandes nombres y también en los pequeños maestros que en ocasiones son grandes pero están ocultos.