La obra de Muñoz, ligada a la concreción o dispersión de la imagen, está realizada con diversos materiales y técnicas. Generalmente se trata de procesos que él ha reinventado, tales como el grabado sobre un espejo con grasa y aliento, el pirograbado con cigarrillo o la impresión sobre agua.
Atramentos (palabra que procede del latín atramentum: líquido negro usado en la antigüedad para teñir, escribir y pintar) es una nueva reflexión del artista sobre la memoria, esta vez, a partir de la tensión entre la palabra y la imagen impresas, cargadas de significados y como elementos que diluyen el recuerdo. ¿Es posible retener recuerdos o resulta inevitable el momento en que la memoria se torna, simplemente, en un ojo negro que devora imágenes?
Entre imagen y palabra
Atramentos busca un flujo permanente entre imagen y palabra, descomponiendo la tinta e impidiendo el instante donde la imagen se congela, donde la palabra se estabiliza en el medio impreso. Aquí el soporte deja de estar fijo, conformándose islas de pigmento y mapas de letras deshechas.
Muñoz presenta esta instalación en los vestuarios abandonados de Tabacalera con el objeto de producir un diálogo entre las temáticas de su obra y el espacio mismo, uno baños abandonados que son, por sí mismos, un contenedor de memoria ya que forman parte de un edificio histórico que funcionó como fábrica de tabaco desde 1809.