La compañía de variedades de Carmela y Paulino –dos hombres y una mujer que recorren España en una tartana– se encontrarán inesperadamente con las tropas sublevadas que acaban de tomar Belchite. Una vez allí se verán empujados a improvisar una función teatral en honor de las tropas vencedoras.
La obra es algo más que el retrato de la situación de los artistas durante la Guerra Civil. Es la imagen de la humillación y la rebeldía encarnados en Paulino y Carmela, respectivamente.
El autor nos sitúa en un tiempo cambiante y que se repite siempre en un espacio donde se confunde lo vivo y lo muerto, donde convive el miedo y la rabia, la injusticia y la búsqueda de supervivencia, donde el humor y la risa nos llevan a vislumbrar, en muchas ocasiones, la estupidez del ser humano.
En este sentido, Sanchis Sinisterra se apunta el acierto de no tomar partido por un bando o por otro, sino de tomar partido por la inocencia. No inocencia entendida como candidez, sino entendida como la víctima última y siempre silenciada de cualquier guerra: la de los inocentes que sólo quieren tener una vida en paz.