Dedicados a la trasformación de las infraestructuras de un país atrasado, ambos se interesaron por la renovación pictórica que había tenido lugar en España medio siglo antes a través del género moderno por excelencia, el paisaje.
Así, se fijaron con acierto en los pintores de mayor calidad y capacidad de innovación, y formaron exuberantes colecciones con obras importantes, entre las que destacan, por su abundancia, las de Aureliano de Beruete (Madrid, 1845-1912) y Darío de Regoyos (Ribadesella, Asturias, 1857-Barcelona, 1913), los únicos pintores impresionistas españoles.
El interés de esta exposición radica, por una parte, en la excelencia de las obras reunidas por Entrecanales y Corral y, por otra, en el tenaz coleccionismo que desarrollaron para su tiempo en nuestro país.
La vocación de modernidad de Bilbao, ciudad que fue central para Regoyos, el más cosmopolita y radical de los pintores representados, y del Bellas Artes, que conserva la mejor colección de este autor, justifican la acogida de esta muestra, que es, además, una oportunidad única para exhibir por primera vez allí un conjunto muy significativo de piezas de Beruete.
La muestra reúne setenta obras de las citadas colecciones –la mayor parte fechadas entre 1890 y 1920–, principalmente paisajes de Beruete y Regoyos, complementados con otros de sus coetáneos Agustín Riancho, Francisco Gimeno, Santiago Rusiñol y Joaquín Sorolla.
Conscientes de la calidad e interés de lo reunido por estos coleccionistas, buena parte de sus herederos conservaron las obras, lo que ha permitido organizar esta muestra. A este núcleo principal se añaden contadas obras que formaron parte de sus colecciones y ahora pertenecientes al Museo del Prado (2), el Bellas Artes de Bilbao (1), así como a colecciones particulares (5). Se incluyen solo aquellas obras que fueron adquiridas por Entrecanales y Corral y formaron parte de sus colecciones.
Beruete, Regoyos y el paisaje en las colecciones de los ingenieros José Entrecanales y Santiago Corral ha sido comisariada por Javier Barón, jefe del Área de Conservación de Pintura del Siglo XIX del Museo Nacional del Prado, autor del texto del catálogo editado para la ocasión.
Aureliano de Beruete (Madrid, 1845 – 1912). Fundador de la Institución Libre de Enseñanza, coleccionista, historiador del Arte y gran aficionado a la música, fue el pintor más culto de su generación. A través de sus paisajes supo presentar una visión profunda y original de las antiguas ciudades castellanas, especialmente Toledo, donde pintó casi cada año, y Segovia, Ávila y Cuenca. Trabajó además en diversas localidades europeas, algunas muy frecuentadas por los pintores, como Eastbourne, Quimperlé y El Havre. Su afición a la montaña, característica de los institucionistas, le llevó a pintar la sierra del Guadarrama, espina dorsal de España, en cuadros que rinden homenaje a Velázquez, que la representó en los fondos de sus retratos y a quien Beruete dedicó una valiosa monografía. También pintó los Alpes, corazón de Europa, en tres campañas sucesivas. A partir de 1903, utilizó los tonos puros y la pincelada dividida al modo impresionista, como puede verse en los reflejos de sus cuadros del Manzanares, interpretada con una fluidez y libertad que ponen de manifiesto su conocimiento de Velázquez. La suma de los cuadros de Beruete reunidos por Entrecanales y Corral constituye un elenco cuyo número y calidad no iguala ninguna otra colección.
Darío de Regoyos (Ribadesella, Asturias, 1857 – Barcelona, 1913). Entre los paisajistas españoles, Regoyos fue el que tuvo un mayor contacto con las corrientes internacionales ya desde su temprana estancia en Bruselas, uno de los focos europeos de renovación. Esto y su continuo afán de búsqueda le convirtieron en el artista español de mayor modernidad. Su proximidad al simbolismo desde una de sus fuentes más originales, la belga, su asimilación del impresionismo y del puntillismo reforzada por su amistad con Camille Pissarro y Paul Signac, y su interés por pintar de un modo novedoso el paisaje le convirtieron en una referencia influyente especialmente en el País Vasco, donde vivió gran parte de su vida.
El número y la naturaleza de las obras reunidas por José Entrecanales y Santiago Corral permiten representar muy bien su valioso periodo neoimpresionista (movimiento que ningún otro artista español cultivó): el paisaje húmedo del País Vasco, la fascinación por el pasado histórico, el interés por Granada y su última etapa en Barcelona. Especial relevancia, por su calidad y por su relación con la actividad de ambos ingenieros, tiene la atención a la transformación industrial de la ría de Bilbao, el transbordador de Las Arenas y el viaducto de Ormáiztegui.