Markus Lüpertz (Liberec, Bohemia, 1941) inició su trayectoria artística como pintor a finales de la década de los 60, tras instalarse en 1948 en la antigua República Federal de Alemania. Casi 10 años después, en 1981, comenzó a simultanear pintura y escultura a lo largo de una exitosa trayectoria de más de 50 años en la que se ha consolidado como uno de los artistas más destacados de su generación.
[1]Integrante fundamental del grupo alemán denominado Neue Wilder, los nuevos salvajes o los nuevos expresionistas, partió del expresionismo abstracto para evolucionar hacia un modo personal de hacer figuración, manifestado en su interés por el cuerpo humano y el paisaje, y tomando como fuente de inspiración diversas manifestaciones culturales, como la mitología griega, los maestros de la historia del arte o de la música sinfónica.
Intereses artísticos
El recorrido expositivo se divide en cinco hitos marcados por la evolución de los intereses artísticos de Lüpertz. La primera etapa (1963–1973) muestra los cuadros de “motivos alemanes”, en los que denuncia la barbarie del III Reich y critica, de forma implícita, la visión superficial del pop americano.
A lo largo del siguiente periodo (1975–1985) investiga la figura humana, en un lenguaje entre la figuración y la abstracción, a partir del estudio de la obra del escultor Aristide Maillol (1861–1944). Entre 1985 y 1993 sus pinturas y esculturas muestran el interés por la mitología y la tradición clásica. Realiza en este momento una de sus series más emblemáticas, basada en la figura del pintor Nicolas Poussin (1594-1665).
Durante los siguientes siete años (1993–2000) pinta nuevos paisajes, bodegones y una serie sobre árboles construidos a través de la yuxtaposición de partes. Para finalizar se presentan piezas de la última década (2003–2013), en las que Lüpertz vuelve la mirada hacia sus primeras obras en torsos o paisajes que reflejan su primordial interés por rescatar la trascendencia del arte clásico en un lenguaje contemporáneo.