Hasta el 12 de enero, Fundación MAPFRE presenta la gran exposición Boldini y la pintura española a finales del siglo XIX. El espíritu de una época, que se adentra por primera vez en la pintura de este artista en diálogo con la de otros pintores españoles que formaron parte de los círculos parisinos de la Belle Époque, tales como Mariano Fortuny y Marsal, Raimundo de Madrazo, Joaquín Sorolla, Rogelio de Egusquiza o Martín Rico.
La muestra, comisariada por Francesca Dini y Leyre Bozal, ilustra su trayectoria desde su estancia en Florencia, pasando por sus años parisinos, donde vivió prácticamente toda su vida, hasta su desembarco en Nueva York como un pintor de prestigio. Nadia Arroyo, directora del Área de Cultura de Fundación MAPFRE, hace hincapié en que Boldini fue el artista italiano más influyente y prolífico del París de la etapa final del siglo XIX. Francesca Dini recuerda que, instalado en París desde 1871, el italiano fue uno de los primeros pintores de Montmartre, un barrio que pronto se convertiría en lugar de residencia de gran parte de la bohemia. Así queda reflejado en pinturas como Place de Clichy, lugar que también representaron artistas tan destacados como Signac, Van Gogh, Degas, Renoir, Ramón Casas o Eduardo León Garrido.
“Su llegada a París no cambió su manera de pintar –destaca Dini–, un estilo único que mantendrá a lo largo de toda su vida, basado en la intuición del instante y el movimiento, reflejado con rápidas pinceladas, pero sin perder nunca de vista la figura y la expresión del retratado, al que aporta insólitas posiciones que marcan un punto de inflexión en ese género milenario. Apodado The Little Italian por la alta sociedad británica, dedicó cada instante de su vida a construir su imagen profesional, pues quería vivir dignamente de su trabajo y no ser ‘ni siervo, ni cortesano, ni bufón, ni ser considerado un artista loco’, un planteamiento muy moderno y la antítesis de la figura del artista típico del siglo XIX”. Leyre Bozal, co-comisaria y conservadora de colecciones de Fundación MAPFRE, considera que sus obras, junto a las de Mariano Fortuny, Eduardo Zamacois o Raimundo de Madrazo, “expresan un tiempo que ya fue, pero que sin embargo nos resulta tremendamente familiar, quizá porque, más que una circunstancia concreta, reflejan el espíritu de toda una época”.
Giovanni Boldini murió a los 90 años en París en 1931. No dejó de pintar hasta que una ceguera casi total condicionó notablemente los últimos años de su existencia.
124 obras
El recorrido expositivo, que incluye 124 obras, se ha organizado en seis secciones. La primera, Boldini en Florencia: la invención del retrato macchiaiolo, se centra en sus años en Florencia y en la relación que mantuvo con los macchiaioli, un grupo de pintores que, buscando la pintura del natural, contribuyeron a la renovación de la pintura de género y el retrato, tal y como se ve en el lienzo Mary Donegani (1869).
La primera manera francesa de Boldini presenta las obras que realizó entre 1871 y 1879. En este periodo, el ferrarés, influido por el estilo detallista de Meissonier y Fortuny, trabaja en pequeños cuadros que representan escenas costumbristas en las que Berthe, su modelo durante más de diez años, suele ser la protagonista. Pinturas-icono de este período que expresan el bienestar alcanzado por algunas capas de la sociedad, como es el caso de la burguesía durante la III República.
En Ecos de Boldini en la pintura española de fin de siglo se pueden contemplar una serie de obras de aquellos pintores españoles que, a partir de las tres últimas décadas del siglo XIX llegaron a Francia con la intención de entrar en la École des Beaux-Arts. En este periodo proliferaron las pinturas de carácter costumbrista y amables en las que predominan las escenas ambientadas en los siglos XVII y XVIII, así como las escenas de interior y las de carácter popular o divertimento, aunque son cada vez más populares los paisajes y las escenas al aire libre. En esta sección destaca Playa de Portici (1874), sin duda el paisaje más importante –y uno de los últimos– de Mariano Fortuny.
La vida moderna
Entre 1880 y 1890, Boldini se consolidó como un pintor de La vida moderna, título que da nombre a la cuarta sección. Durante este período representa la ciudad de París en todo su esplendor. También retrata figuras femeninas de medio cuerpo plenas de color que conforman una especie de galería de rostros y tipos de la sociedad parisiense. Estos aspectos de su producción demuestran cómo se refuerzan sus vínculos personales con la colonia española activa en París, en particular con Raimundo de Madrazo.
Tanto Zuloaga como Sorolla se especializaron en la realización de retratos elegantes que se recogen en la siguiente sección dedicada a la pintura española. Partiendo de la estela dejada por Velázquez, fueron, junto con Sargent, James Abbott McNeill Whistler, Antonio de la Gándara, Jacques-Émile Blanche y Giovanni Boldini, algunos de los retratistas más importantes de la Belle Époque, en un momento, el fin de siécle, en el que este género era un modo de reconocimiento social.
El recorrido se cierra con Boldini, retratista de la Belle Époque, donde además de los retratos de Cleo de Merode, el pintor Whistler o Madame Veil Picard, se pueden contemplar distintas naturalezas muertas, estudios de manos o bailarinas realizadas con pinceladas cada vez más libres y dinámicas, donde priman la espontaneidad y el movimiento.
La muestra, producida por Fundación MAPFRE, ha contado con más de sesenta prestadores públicos y privados, entre los que destacan la Galleria Nazionale d’arte Moderna de Roma, la Galleria d’arte Moderna e Contemporanea de Ferrara, la Galleria d’arte Moderna di Palazzo Pitti, la Galleria degli Uffizi, el Meadows Museum de Dallas, el Metropolitan Museum de Nueva York, la National Gallery of Art de Washington, y el Museo del Prado.